México camina hacia adelante mirando hacia atrás; somos un país de historia más que de proyectos. Octavio Paz
México atraviesa un momento decisivo. A pesar de sus riquezas naturales, culturales y humanas, los problemas estructurales del país, como el bajo crecimiento económico, la desigualdad, la pobreza y la degradación ambiental, no son nuevos, pero se han profundizado con las recientes crisis globales. Frente a este panorama, especialistas y organismos internacionales coinciden: el país necesita repensar su modelo de desarrollo, y para lograrlo debe apoyarse en dos herramientas fundamentales que hasta ahora han sido subutilizadas: la planificación estratégica y la prospectiva.
A diferencia de la gestión a corto plazo que ha dominado la política pública en las últimas décadas, la planificación estratégica permite trazar un rumbo claro, definir metas de largo plazo y coordinar acciones entre distintos niveles de gobierno y sectores de la sociedad. Por su parte, la prospectiva aporta una mirada hacia el futuro, anticipa escenarios, identifica riesgos y oportunidades, y contribuye a construir visiones colectivas de desarrollo.
Pero más allá de su dimensión técnica, estas herramientas tienen un carácter profundamente político y social. La construcción de un futuro más justo, inclusivo y sostenible para México requiere repensar el papel del Estado como agente planificador, coordinador y articulador del desarrollo. No basta con atender la urgencia del día a día; se necesita una visión que integre el conocimiento científico, la innovación y la participación ciudadana.
En países como Finlandia, Francia o España, la prospectiva está institucionalizada en oficinas especializadas que asesoran al Ejecutivo y promueven debates sobre el futuro deseado. En América Latina, la República Dominicana ha implementado desde hace más de una década una estrategia nacional con objetivos al año 2030, construida colectivamente con sectores clave del país. México, en contraste, ha tenido esfuerzos fragmentados y sin continuidad, como ocurrió con "Visión 2030", que no logró articularse con las políticas reales.
México está llamado a construir una nueva narrativa de desarrollo basada en el conocimiento, la participación y la sostenibilidad. Ello implica crear instituciones sólidas que garanticen continuidad, establecer mecanismos de consulta democrática y orientar la acción pública hacia metas de largo plazo. Es necesario fortalecer la planificación en todos los niveles de gobierno, capacitar funcionarios en metodologías prospectivas y asegurar que el Plan Nacional de Desarrollo esté anclado en escenarios de futuro construidos de manera democrática.
La prospectiva y la planificación no deben ser vistas como ejercicios tecnocráticos, sino como plataformas para el diálogo nacional, capaces de alinear intereses diversos y dar dirección a la acción gubernamental. En un contexto global de incertidumbre, crisis ecológica y transformaciones aceleradas, estas herramientas se vuelven indispensables para anticipar riesgos, reducir vulnerabilidades y crear capacidades de acción.
El desafío es claro, reconstruir el desarrollo nacional no desde la improvisación o el asistencialismo electoral, sino desde el pensamiento estratégico, la visión compartida y la acción transformadora. La oportunidad está en nuestras manos.
#CambiaUnaAcciónCambiaTodo.
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