Raso y Colocado

El baloncesto porteño se encuentra en una crisis de resultados desde varios años atrás y no se ve para cuándo pueda salir de ella.

Unos, los expertos, comentan que se debe a la falta de una buena estrategia para sacar a nuevos valores de este deporte, mientras que otros culpan a los entrenadores que en su afán por querer ser campeones aquí y allá, en vez de trabajar como debe ser, se dedican a “robarse” jugadores ya hechos que le garanticen títulos, pues tal parece es lo único que les importa.

Sus últimas actuaciones, primero en la desaparecida Olimpiada Infantil y Juvenil, y ahora en los llamados Juegos Nacionales CONADE, hablan por sí solos de la mediocridad en la que navega actualmente el baloncesto local, sin que nadie de los que se dicen “maestros”, haga algo por cambiar  la historia.

Dirán lo que sea sus detractores (porque de que los hay los hay), pero hasta ahora, nadie, absolutamente nadie de los que se dedican a dirigir equipos a cambio de unos cuantos pesos, ha sido capaz, ya no de superar, sino de igualar lo conseguido por Cupertino Llano Reyes en sus buenos tiempos.

Y es que, pese a su carácter fuerte y demasiado estricto (unos lo confunden con mal genio), el popular “Cuper”, con una camada de jóvenes ávidos de triunfos y de darse a conocer en otros planos, logró una verdadera hazaña, al ocupar un dignísimo octavo lugar en la Olimpiada Nacional Infantil y Juvenil que se celebró en Puebla allá por el año de 1996.

La tarea no fue fácil para el reconocido entrenador, pues primero tuvo que ganar el Estatal y posteriormente en Tlaxcala, obtener el boleto en el Prenacional.

Con una base de jugadores locales, reforzado por  otros de Xalapa, Veracruz y Orizaba, Cupertino Llano puso a Coatzacoalcos en los primeros planos del deporte ráfaga en el país.

Pero el buen “Cuper” quería más y en 2003 repitió en el Estatal y en esa ocasión de manera directa calificó al Nacional en Navojoa, donde aunque no les fue tan bien (ocuparon el sitio 15), sus muchachos dejaron “corazón y alma” en la duela.

Ese mismo año, Llano Reyes ocupó el cuarto sitio en un campeonato de Federación.

Este es sólo parte del extenso palmarés forjado a lo largo de más de 20 años de carrera por parte del entrenador, pues su curriculum incluye también varios títulos en torneos locales y regionales, algunos en eventos  oficiales y otros de invitación, siendo hasta ahora uno de los más ganadores de la historia del baloncesto porteño.

EL ÚNICO ((DESCANSO))

Después de “Cuper” no ha habido otro que haya llevado tan lejos a un representativo local en eventos oficiales, ya que los “formadores” de ahora dan la impresión de hacerlo, más que por amor al deporte, por hacerse de unos cuantos pesos para la “papa”. De ahí que de un tiempo para acá hayan surgido clubes y escuelitas de baloncesto aquí y allá.

Fracaso tras fracaso, Coatzacoalcos sigue quedando a deber en eventos de envergadura, sin que logre superar ya de perdis la etapa estatal.

Y los resultados no dejan mentir. 

Recientemente, representativos locales asistieron al Estatal de Baloncesto de los JNC, en donde mientras la selección al mando de Hugo José Luis Espinoza, obtuvo el tercer sitio, las dirigidas por  Manlio Manelik Trujillo, no ganaron un sólo encuentro. Es decir, solo “fueron de paseo”.

“Ahora no hay disciplina, puro manoseo de jugadores, pues ya nadie trabaja para formar nuevos talentos. Todos los quieren ya hechos. Por esa razón yo me retiré de los eventos oficiales hace cinco años, para dedicarme a entrenar niños y organizar mi copa”, comentó en tono melancólico Cupertino Llano.

Ojalá que ya pronto, los que presumen ser entrenadores o maestros de basquetbol, se pongan las “pilas”, y Coatzacoalcos vuelva a destacar como lo hizo en los años 90 y parte de los 2000. 

Material hay y de sobra, sólo falta pulirlos.

Nos vemos SDQ.