| 2025-02-02
De caballerizas a patios de vecindad que nadie ve pero que están más vivos que nunca, y en pleno centro de la ciudad de Veracruz.
En uno de esos rincones, al paso de todos los caminantes y ocultos a los ojos de quienes no son observadores, son parte de un pasado que se niega a morir.
En uno de esos rincones ocultos en pleno Centro Histórico de Veracruz creció María del Socorro Lomé Macías, quien alcanzó las 7 décadas.
Su vivienda está en el Callejón Francisco Javier Clavijero, paralelo a la avenida Zaragoza y a la avenida Independencia, en pleno centro de la ciudad de Veracruz, en el patio con el número 266, resguardado por una puerta de lámina que al cerrarse oculta esos mudos testigos del pasado.
Al igual que la mayoría de quienes crecieron dentro de esos patios de vecindad, tiene poca información de ese espacio, de su origen y de cómo pasaron a manos privadas.
"Pues sé que desde 1810 data el patio, fue una caballeriza donde llegaban los soldados y todo eso. Eso nos contaron nuestros antepasados, que fueron los primeros. "Después de la caballeriza fue un convento y de ahí, un español se adueñó del inmueble, que son todo lo que cuenta desde esos accesorios de afuera, todo menos éstas; y la salida era de aquel lado, por Canal.
"Hay otra caballeriza que sale hacia Ocampo entre Zaragoza e Independencia, toda esta zona fue caballerizas de militares españoles. Ya de ahí se hicieron cuarterías", señala María del Socorro.
Intenta explicar el origen de esas familias allí, pero dice que son algunos.
"Mis tíos eran los Macías: el Tapa Macías; el de la Casa Macías, Antonio Macías, y aquí llegaron mis tíos hermanos de mi abuelo y rentaron porque eran alfareros: el 11, el 2, eran sus cuartos y de ahí pura gente que ya está muerta.
"Puedo decir que soy la última persona ya, el que queda de aquí, y mi hermano porque está en el 2, pero aquí toda mi vida he vivido. Me fui un tiempo y regresé, pero aquí vivían mis papás, en el 11 y en el 2", agrega María del Socorro.
La habitante del Callejón Clavijero afirma que los dueños de las pocas viviendas que subsisten son sus habitantes, y nadie más.
"Aquí ya dice el patronato que es de quien lo vive, como las tierras; y los lavaderos que permanecen ahí los ocupamos todavía, todavía estamos en la tradición y todos los servicios los tenemos todos adentro", subraya María del Socorro Lomé.