| 2024-02-25
Muchos soñamos con el día en que nos ganemos la lotería y podamos dejar de preocuparnos por dinero el resto de nuestras vidas. Así fue la historia de muchos ganadores que, contra todo pronóstico, le "pegaron al gordo" y su realidad doy un enorme vuelco hacia mejor.
No obstante, también es sabido que "lo que fácil viene, fácil se va" y manejar inmensas sumas dinero puede conducir a más de uno a tomar decisiones irresponsables derrochando la reciente riqueza en muy poco tiempo.
Es así como señala el banco BBVA, afirmando que 8 de cada 10 personas que consiguen el boleto ganador de la lotería pierden sus millones en un plazo no mayor a diez años.
Pese a lo anterior, aún hay muchos que compran religiosamente su "cachito" con la esperanza de conseguir la combinación ganadora que, según la Condusef, suele implicar una probabilidad de 1 entre 32 millones.
Por esa razón, si llegas a encontrarte en una situación similar será mejor que conozcas las historias de algunos de los ganadores de la lotería que quemaron su fortuna en tan sólo unos cuantos años.
El caso de la pareja Griffiths es todo un ejemplo de mala gestión. Ganadores de un premio de alrededor de 2.6 millones de dólares en 2005, con cuya suma compraron una casa que transformaron en un granero, así como un auto de lujo.
No obstante, el mayor error que cometieron fue no verificar que la casa estaba subasegurada y en una trágica broma del destino, un incendio consumió la vivienda hasta el punto que los costes de reparación superaban por mucho el dinero invertido, llevando a la pareja hasta la crisis financiara y un posterior divorcio
Suzanne Mullins refleja un lamentable caso en que, a veces, perder tanto dinero no depende tanto de las decisiones personales como de las situaciones que nos rodea.
En 1993, Virginia, Estados Unidos, Suzanne se convirtió en millonaria tras obtener la gran suma de 4.6 millones de dólares. Siendo precavida, prefirió dividir los pagos anualmente entre su hija y su marido.
No obstante, la riqueza fue drenada lentamente debido a los inmensos gastos médicos que suponían los problemas de salud de su yerno. Al final del camino, Suzanne se vio obligada incluso a endeudarse para pagar las facturas.
Si la historia de Suzanne fue una tragedia, la de Gerald Muswagon es un manual de todo lo que no se debe hacer cuando se gana la lotería. Tras "pegarle al gordo" en su localidad adquirió la importante cantidad de 10 millones de dólares.
Lejos de cualquier manejo responsable del dinero, Gerald vilipendió su fortuna despilfarrando hasta el último centavo en fiestas, coches de lujo para él y sus amigos. Las pocas inversiones que realizó, probablemente sin asesoramiento, fueron un rotundo fracaso.
Tras este frenético episodio que parecía un sueño febril, Gerald despertó de la locura y tras la euforia no le quedó absolutamente nada. Terminó trabajando en la granja de un amigo suyo para subsistir.
La situación económica de esta mujer canadiense no era la mejor cuando en 2004 un milagro toco a su puerta dejándole una pequeña fortuna de 10 millones de dólares.
Nuevamente, la eufória se apoderó de Sharon Tirabassi quien no dudó en quemar millones y millones en compras compulsivas, además de prácticamente regalar dinero a amistades en préstamos que jamás fueron devueltos.
En tan sólo 10 años, la vida de Sharon volvió a la normalidad como si nunca hubiera ganado el boleto premiado. No obstante, al menos en esta ocasión, se logró rescatar algo de dinero en fideicomisos para la educación de sus hijos.
Este es posiblemente el caso más conocido de la "maldición de la lotería" pues Andrew pasaría de ser el ganador con la mayor suma jamás obtenida, alrededor de 314 millones de dólares, ser la persona que más rápido perdería tanto dinero.
Whittaker Jr. sería víctima de múltiples delitos contra él por su fortuna, en una ocasión le arrebatarían más de medio millón tras drogarlo y dejarlo inconsciente en un antro.
En otra instancia le robarían más de 700 mil dólares antes de también se demandado por el casino de Atlantic City tras rebotar 1.5 millones de dólares en cheques.
El estadounidense que ganó el premio más grande de la lotería en la historia, perdió absolutamente todo en un pestañeo, tan sólo 4 años después.