Bajar de peso puede parecer urgente para muchos. Ya sea por salud, estética o presión social, no son pocas las personas que buscan una solución rápida y accesible. Y en ese camino, los medicamentos para adelgazar se han vuelto una opción cada vez más común. Pero, ¿qué tan seguros son?
Lo que parece una solución práctica —una pastilla que reduce el apetito o quema grasa— puede tener efectos no tan visibles al principio, pero igual de importantes. Médicos internistas han expresado su preocupación: estos fármacos alteran funciones del cuerpo que no siempre se entienden del todo. Y lo más preocupante es que se están consumiendo sin receta, sin revisión, sin control.
Cada vez que se come, el cuerpo realiza ajustes para procesar lo que entra. Uno de esos mecanismos es la liberación de glucosa. Algunos medicamentos interfieren ahí, regulando artificialmente el azúcar, lo que puede llevar a sufrir bajones de glucosa, que se sienta débil, mareada o con falta de energía, incluso después de haber comido.
Y no es todo. Hay quienes reportan síntomas más incómodos, como:
"Lo preocupante es que se venden sin receta. La gente los consigue como si fueran vitaminas", advierten médicos especialistas.
El problema no es sólo el medicamento, sino la falta de diagnóstico. Hay personas con diabetes, hipertensión o enfermedades digestivas que podrían ver afectado su tratamiento si combinan estos productos con otros fármacos. Y eso, sin saberlo, puede desencadenar complicaciones innecesarias.
Además, la pérdida de peso debe evaluarse caso por caso. Lo que funciona para uno, no necesariamente es útil —ni seguro— para otro.
No todo es negativo: hay caminos más seguros. Aquí algunas recomendaciones mínimas para quienes buscan cuidar su salud sin caer en riesgos:
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