Para quienes no lo saben, Pirro fue un rey de Epiro que ganó una batalla contra los romanos, pero lo hizo a costa de perder la mayor parte de su ejército. Al ver el desastre que había causado dijo: “Otra victoria igual y volveré solo a casa”.
Esta anécdota me recuerda lo sucedido en los comicios del pasado domingo efectuados en seis estados de la república para elegir a sus gobernadores. A pesar del triunfalismo de los dirigentes de los partidos políticos, éstos terminaron dando pena ajena, porque el verdadero ganador de las elecciones fue el abstencionismo.
¿Cómo es posible de que estando tan delicada la situación del país, los votantes brillaran por su ausencia?.
Todo el mundo se queja en los cafés, en las reuniones y en las redes sociales de la falta de empleo, de la inseguridad, de la epidemia, de la inflación y del bajo crecimiento de la economía. Sin embargo, a la hora de votar y de cumplir con nuestra obligación cívica, la participación ciudadana resulta ridícula, es decir bajísima.
El país solamente cambiará para mejorar cuando la ciudadanía se decida a actuar y a participar. Permanecer indiferentes y con los brazos cruzados, creyendo que las cosas se compondrán solas es simplemente pecar de ingenuos.
Salvo el INE que cumplió eficazmente con su tarea y adelantó tendencias preliminares certeras y confiables esa misma noche, ni los partidos ni los ciudadanos estuvieron a la altura de lo que necesita el país. Así, no llegaremos ningún lado.
Entre la indiferencia ciudadana y la imposición de candidatos por parte de los partidos que no emocionaron ni motivaron al electorado, está gran parte de la responsabilidad. Mucho gasto y poca participación. ¡Qué vergüenza!.
¿Cómo pueden hablar los partidos políticos de triunfos electorales si menos del 50% de la ciudadanía votó?. En Quintana Roo hubo un 60% de abstencionismo cifra absurda y en Oaxaca dejaron de votar casi el 70% de los inscritos en el padrón electoral. ¡Qué nos pasa!.
De cara a las elecciones del próximo año, los partidos tendrán que buscar propuestas viables, realistas que fomenten la inversión, mejoren la seguridad y favorezcan el empleo. Ya la época de andar ofreciendo dinero regalado para conseguir votos, debe de pasar a la historia, porque para cubrir esos regalos se ha dejado de invertir en lo esencial. Por eso no hay medicinas suficientes, los hospitales están en condiciones precarias y tenemos las carreteras llenas de baches, entre otras cosas. El populismo basado en la dádiva tiene fecha de caducidad: Cuando se acaba el dinero de los que pagamos impuestos.
También deberán buscar los partidos candidatos ciudadanos, con buena imagen, gran capacidad de gestión y generosidad suficiente para servir al país, con honradez a toda prueba.
La idea de reciclar a políticos con pasados bastante tenebrosos, cambiándolos de partido y disfrazándolos de gente buena, ya no funciona.
Tampoco la idea de manipular las cifras ni los porcentajes. Dice por ejemplo el presidente de Morena Mario Delgado que apoyaron la ratificación de mandato de López Obrador 9 de cada 10 mexicanos. Esta es una verdad a medias que se vuelve una mentira completa: Aprobaron la permanencia del presidente 9 de cada 10 de quienes votaron; pero solo participaron 17 millones de un padrón de más de 90 millones. Victoria pírrica completa. El 82% de los mexicanos no acudió a votar en ese costoso e innecesario ejercicio. Muchos de los que participaron lo hicieron, no por convencimiento, sino porque les dijeron que si no votaban, perderían los apoyos que recibían.
Conclusión: O Cambiamos todos, ciudadanos, partidos y candidatos, o México no tendrá remedio.
Ya basta de indiferencia, apatía, flojera, dejadez, desinterés y lo que se acumule.
No les parece a Ustedes?
Muchas gracias y buen fin de semana
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