La creciente ola de fraudes telefónicos en Veracruz debe prender las alarmas de todos los sectores de la sociedad. Con cerca de 100 casos registrados en lo que va del año, la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) nos recuerda que el delito se ha adaptado al entorno digital con una astucia que deja indefenso al usuario común.
El modus operandi de los delincuentes, basado en el robo de datos para instalar aplicaciones bancarias en dispositivos ajenos, es tan ingenioso como peligroso. ¿Quién no ha recibido un mensaje o una llamada sospechosa con un código aparentemente inocente? Lo que muchos ignoran es que ese código puede ser la llave que abre las puertas de su cuenta bancaria.
Lo más alarmante es que el fraude no requiere presencia física. Desde cualquier lugar, los estafadores logran infiltrarse en la vida financiera de sus víctimas, especialmente en ciudades como Veracruz, Xalapa, Orizaba, Córdoba y Poza Rica.
Mientras el crimen cibernético evoluciona, también deben hacerlo nuestras estrategias para enfrentarlo.
Pues con todo y el norte y el descenso de temperatura, los paseantes recorren las calles de la ciudad de Veracruz. No se atreven a desafiar al mar pero caminan por el bulevar y lo observan a lo lejos.
No se tragan el cuento de que el agua está tibia y prefieren verlo de lejitos.
Ahora lo que hace falta es que le hagan el gasto a restaurantes, cocinas económicas, taquerías, bares, aunque sea de los mercados, para que generen derrama económica.
Por lo pronto, la Semana Santa ya está encima y al paso de los días aumentará la presencia de visitantes.
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