Cuando alguien tiene una enfermedad complicada que pone en riesgo su vida, frecuentemente sus familiares acuerdan no comunicárselo para no alarmarlo más y evitar que el estrés que le provocaría la noticia empeorara su salud.
Bajo esa óptica dicha mentira piadosa puede ser buena si al mismo tiempo su familia toma las medidas necesarias para que la condición del enfermo mejore, suministrándole oportunamente los medicamentos y vitaminas que su cuerpo requiere y obligándolo a cambiar de hábitos alimenticios, para que solo ingiera comida sana. Lo animarán también a que haga ejercicio. Ese conjunto de prácticas ayudará al paciente a recobrar su salud.
Dicho criterio, que algunos consideran adecuado, puede ser contraproducente si la persona enferma desconoce el mal que la aqueja. Se negará a tomar la medicina que le dan alegando que sabe feo, seguirá consumiendo alimentos chatarra que dañan su organismo y no hará ejercicio.
Es muy probable que entonces su salud empeore. Cuando se entere de la realidad y acepte las indicaciones del médico, posiblemente ya sea demasiado tarde.
Eso mismo pasa con los países en materia política y sobre todo económica.
Desde hace tiempo se viene advirtiendo el riesgo tan grande que corre el país si el gobierno de México sigue gastando más de lo que ingresa a las arcas públicas.
Si las autoridades continúan con la práctica de no hacer caso a las advertencias hechas por los expertos y nos dicen con mensajes engañosos llenos de sonrisas y optimismo que vamos muy bien, las cosas empeorarán.
La triste realidad es muy distinta. El enorme déficit que arrastra el erario público hace que los faltantes se tengan que cubrir con préstamos y más préstamos.
Si lo que han gastado a la fecha se hubiera utilizado en mejorar la salud, la educación y la infraestructura; la situación del país habría sido diferente, convirtiéndonos en una nación competitiva y exitosa.
Lamentablemente el dinero del erario se ha despilfarrado en proyectos fantasiosos cuya rentabilidad es nula, lo que impide recuperar lo invertido y todavía hay que subsidiar lo ya hecho para que medio funcione.
También se ha usado; (perdón que a cada rato lo diga), la nociva práctica de regalar dinero público para mantener a la gente contenta y ganar elecciones.
Solo que tal política es dañina para el país. Llegará el momento en que nadie quiera prestarnos ante el riesgo de que no haya recursos para pagarle a los acreedores. Para quien lo dude, vea nada más la barbaridad de dinero que adeuda PEMEX.
Además seguimos rezagándonos en materia educativa, de salud y economía.
El crecimiento pronosticado para el 2025 fue de entre el 2% y el 3%, cifras alegres que las autoridades hacendarias defendieron a capa y espada; hasta que el Banco de México habló con la verdad y rebajó tales expectativas a solamente el 0.6% en promedio para este año, lo que implica una alerta para moderar el gasto, olvidarse de querer controlar al Poder Judicial mediante una carísima e innecesaria elección a modo de jueces, magistrados y ministros; porque así solamente ahuyentarán más la inversión y se profundizará la crisis económica de México.
La creación de empleos formales es en la actualidad bastante raquítica, dadas las necesidades del país. Ya se habla incluso de una recesión en puerta.
El regalar dinero sin medida hace que haya muchos flojos que no quieran trabajar, pudiendo hacerlo, lo cual perjudica más al país, porque tenemos cada vez más personas consumiendo y menos gente produciendo.
Así no se sale ni se saldrá de la pobreza.
Por eso es necesario que las autoridades nos hablen con la verdad, se olviden de las mentiras piadosas y no sigan pintándonos un panorama color de rosa.
También se requiere ponerle un alto a los dispendios.
El gasto público debe reorientarse para atender lo prioritario, en lugar de seguir malbaratándolo en ocurrencias.
Si esto no cambia y continúan aplicando las mismas políticas públicas, las cosas empeorarán por el capricho de anteponer la ideología a la realidad.
Y todavía podremos estar peor si Trump nos impone aranceles.
De no corregirse las cosas, los mexicanos acabaremos pagando un precio muy alto por tantos errores y tanto populismo.
Dicha mezcla resulta nociva para la salud económica y social de México.
¿No les parece a Ustedes?
Muchas gracias y un buen fin de semana para todos.
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