Casi ha pasado desapercibido que el Instituto Veracruzano del Deporte no tiene titular desde hace varios días, luego de la salida de Óscar Juanz Roussell, cuya designación fue anunciada por la propia gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, desde antes de que asumiera el cargo.
Quien ha asumido la jefatura de la oficina del IVD es el triatleta xalapeño, Crisanto Grajales, en quien se han descargado las tareas administrativas, sin embargo, parece que será difícil que sea ratificado, pues de lo contrario, ya se habría anunciado su nombramiento.
Sobre la salida de Oscar Juanz, también destacado atleta, se menciona que decidió retirarse, luego de que desde la Secretaría de Educación de Veracruz se han ido ordenando diversos cambios que han hecho a un lado al equipo de trabajo con el que planeaba instalarse al frente del instituto.
Otros cuentan que realmente el exdirector llegó a encontrar una verdadera sala de menesteres, propiciada por malos manejos en la administración anterior y como no pensaba encubrir a nadie, tuvo que ser removido. Las versiones que nos cuentan es solo radiopasillo, pero lo que es verdad es que urge quién esté al frente del deporte en Veracruz.
El proceso electoral en Veracruz avanza bajo una sombra preocupante: la violencia política. Con 40 incidentes en los últimos dos años y un historial de 192 agresiones desde 2018, el estado enfrenta una crisis que no solo pone en riesgo la vida de candidatos y funcionarios, sino que también podría socavar la democracia misma.
Los asesinatos, desapariciones y amenazas no son hechos aislados, esto forman parte de un patrón que se repite en cada elección, donde la lucha por el poder se convierte en un peligro mortal. Las regiones más afectadas —Altas Montañas, el norte y el sur de la entidad— reflejan un problema estructural que trasciende partidos y gobiernos.
Más allá de condenas y llamados a la seguridad, es necesario que se garanticen condiciones para una contienda libre de violencia. La política no puede seguir siendo un campo de batalla donde las balas intentan decidir lo que solo los ciudadanos deberían definir en las urnas.
El caso de "Negrito", el perrito al que le cortaron la lengua tan solo por andar libre por la calle, es una muestra de la crueldad animal que se vive en nuestro entorno, y nos hace ver qué es un tema que no se está tomando muy enserio.
Es alarmante la falta de empatía de la sociedad hacia los animales, esos seres indefensos que solo andan por la calle buscando un hogar y comida.
Esas mismas personas que no se tientan el corazón para mutilar a cualquier animal por el simple hecho de satisfacción, son las que más adelante podrían atentar contra la vida de otra persona, por eso es que se debe tomar con seriedad este tipo de violencia.
En el Puerto de Veracruz, se tendrá que analizar por qué hay más casos registrados de violencia y crueldad animal en la zona norte, así como en otros puntos del municipio. Es una tarea de todos.
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