Los ecosistemas ecológicamente intactos han sido reconocidos durante mucho tiempo como un importante objetivo de conservación para su protección.
Se conoce como integridad ecológica a la habilidad de un ecosistema de funcionar saludablemente y proveer bienes y servicios naturales, así como mantener la biodiversidad; es una condición que establece como característica fundamental que se mantengan las condiciones naturales de una región, incluyendo sus componentes abióticos y la composición y abundancia de las comunidades biológicas y especies originarias, con sus ritmos de variación y sus procesos que los respaldan.
Existen 3 indicadores clave para determinar cómo están los ecosistemas: Uno es la integridad del hábitat, es decir el grado en que la actividad de los humanos afectó el terreno; luego está la integridad de la fauna, es decir la pérdida de especies animales; y en tercer lugar está la integridad funcional, que evalúa si hay suficientes animales de las especies para que el ecosistema siga siendo saludable.
Desde el punto de vista ecológico, menos del 3% de todo el territorio del planeta permanece intacto es decir sin alteraciones del hábitat y con una pérdida mínima de especies.
La pérdida de hábitat y la consiguiente degradación del ecosistema es uno de los principales impulsores de la pérdida de especies; un sitio no se considera intacto cuando las especies que ahí habitan han caído por debajo de una “densidad funcional” y ya no cumplen su función ecológica. La sobreexplotación, las especies invasoras y las enfermedades pueden reducir las especies por debajo de las densidades funcionales, lo que lleva a la pérdida de la integridad funcional.
Solo el 11% de las áreas identificadas como intactas desde el punto de vista funcional están incluidas dentro de las áreas protegidas existentes y muchas coinciden con territorios que manejan las comunidades indígenas, quienes han jugado un papel vital en mantener la integridad ecológica de estas áreas.
Los esfuerzos de conservación deben apuntar a las pocas áreas restantes del mundo que representan ejemplos sobresalientes de integridad ecológica y apuntar a restaurar un área mucho más amplia del mundo con un hábitat intacto y una mínima pérdida de especies mientras esto sea posible.
En la actualidad, el quehacer humano apunta hacia un futuro donde la integridad de los ecosistemas se ha degradado irreversiblemente, y corremos el riesgo de que el planeta dé un giro brusco hacia un estado distinto no propicio para el bienestar humano.
Con nuestros conocimientos, tecnología y riqueza, poseemos los medios para hallar un futuro equilibrado sin pobreza y donde la integridad ecológica esté asegurada.
Construyamos un futuro donde la gente viva con, y no en contra, de la naturaleza, es aquí donde yace el destino de la humanidad.
#CambiaUnaAcciónCambiaTodo.
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