En Veracruz, como en todos lados del mundo, un indicador confiable de las buenas democracias son las elecciones tersas.
Ayer hubo cuatro elecciones municipales en Veracruz y mucha gente, fuera de los municipios involucrados, ni siquiera se enteró.
Y no se enteró porque todo ocurrió en calma: no hubo incidentes graves, ni notas de prensa en los medios nacionales, ni escándalos, ni video viral.
Las elecciones de ayer en Amatitlán, Chiconamel, Jesús Carranza y Tlacotepec de Mejía demostraron el clima de tranquilidad política en el Estado bajo el Gobierno de Cuitláhuac García Jiménez.
Demostraron que en el Veracruz de hoy los procesos electorales –como el del año pasado- transcurren con suficiente normalidad como para no ser noticia de primera plana.
Es verdad que el Gobierno del Estado no es organizador de las elecciones, pero sí es el primer responsable del ambiente político donde las diferencias de opinión se canalizan por las vías institucionales de la democracia. Votando, por ejemplo.
A quienes ganaron ayer, les deseo que hagan un buen Gobierno a favor de sus municipios y de su gente.
A quienes no favoreció el voto mayoritario, les deseo la certeza, la tranquilidad que no teníamos en otros tiempos, de que fue un resultado honesto, legal y apegado a las reglas.
Como saben, veracruzanas y veracruzanos volveremos a las urnas –lo mismo que todo México- el próximo 10 de abril. Estoy seguro de que ese día se repetirá la experiencia pacífica de pronunciarnos políticamente sin que nos despertemos el lunes con el mal sabor de boca de los gritos y sombrerazos de la jornada previa.
Al otro día de las elecciones, comprobamos que nuestro Estado está en paz.
Juan Javier Gómez Cazarín
Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política.
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