| 2023-12-31
Este 31 de diciembre se cumplen 21 años del incendio en la zona de mercados del puerto de Veracruz, que dejó 30 muertos y varios desaparecidos. Silvia Mora, locataria del mercado Miguel Hidalgo, recuerda los gritos de la gente y el olor a carne quemada cada vez que escucha tronar un cohete.
Con 30 años de ser locataria del mercado Miguel Hidalgo, en el área de pollería, relata que aquel 31 de diciembre de 2002 se encontraba en su negocio, por la tarde acabó todo y se disponía a cerrar cuando vio a gente correr por los pasillos gritando: “se está quemando, se está quemando”, pero no decían qué.
Desde su local vio por uno de los accesos al mercado las llamas y humo en la cuadra de enfrente, en la avenida Miguel Hidalgo esquina Juan Soto, punto donde una chispa, la cual se desconoce si fue intencional o no, alcanzó la pirotecnia que se comercializaban en puestos ambulantes bajo permiso del Ayuntamiento.
“La gente corría despavorida, olía mucho a carne quemada, olía muy feo y era un corre corre de gente, gritaban y los carros venía un carro del ayuntamiento cuando se hizo para atrás de la explosión que se oyó tan feo y mucha gente corría despavorida”, relató Silvia Mora.
En ese momento se encontraba sola en su negocio y solo pensó en recoger sus cosas e irse, al sentir temor por su vida.
“Ahí en la esquina había una casa de pinturas y lo bueno, y gracias a Dios, que estaba cerrado porque si no se hubiera acabado la manzana”, comentó.
Salir a la calle fue un caos ante toda la gente que corría de forma despavorida, el ruido de las sirenas de camiones de Bomberos quienes llegaron de forma rápida, ambulancias y calles cerradas, todo el perímetro desde Abasolo, Allende, fue cerrado para el paso de vehículos y del transporte público.
“Para (la avenida) Madero te mandaban, no se podía pasar por ahí, era una humazón horrible y olía mucho a carne quemada, muy feo, la gente corría. Unos compañeros corrieron a salvar a la gente, pero también muchos se murieron, mucha gente que iba pasando en ese momento y los que no dejaron salir de la tienda de ropa también. Fue una cosa impactante. Nos fuimos caminando hasta Serdán para agarrar un taxi porque no había paso, no había coches, era un caos”, recordó.
Entre ese caos, Silvia logró avisar por teléfono a su familia que estaba bien y que iba para su casa, en ese momento ya la habían buscado en la zona pensando que pudo haber quedado atrapada.
El primero de enero no se trabaja en el área de pollería, se presentó el día 2; sin embargo, aún estaba acordonada la zona y las autoridades no los dejaron ingresar, hasta el día 5 pudo entrar a su negocio y aún se percibía el olor a quemado.
Recuerda que la primera noche no pudo dormir: “porque oía los gritos ‘ayúdenme, ayúdenme me quemo’. Nada más de acordarme, fue una cosa traumática”.
A casi 21 años de la tragedia en la zona de mercados, Silvia no puede escuchar tronar un cohete sin recordar lo vivido aquel 31 de diciembre de 2002.
“Yo no soporto los cohetes, hasta la fecha no los tolero; me acuerdo, siento el olor de la carne quemada. Es que una cosa es vivirla y otra cosa es que te la cuenten, es estar en el momento que pasa todas las cosas feas, cómo se ve la gente, cómo grita de terror, desesperación, es una cosa muy fea”, expresó.
En el área de carnes del mercado Miguel Hidalgo trabaja Gonzalo Escalante Guerra, quien recuerda como aquellos momentos de alegría y convivio que se vivían en la víspera de la celebración de Año Nuevo en 2002, se convirtieron en una de las tragedias más impactantes que ha vivido.
“Estaba la carnicería llena, las señoras se llevaban su lomo, otras su costilla, pierna; cuando de repente en el transcurso de la tarde empezamos a oír tronidos, nosotros estábamos con la gente despachando (...) pero entre más se oían los gritos entró la desconfianza de la gente que teníamos y empezaron a asomarse a la puerta, cuando se asomaron también vimos que se van a correr hacia Cortés, y decimos qué está pasando, cuando nos asomamos fue cuando vimos el caos.
“Aquí mi patrón levantó: ‘vámonos, vámonos’. Guardamos carnes, todo, pero yo me fui a andar con otro compañero que ya no trabaja aquí, nos fuimos a ver qué rollo y vimos la cosa tan dura que veíamos a los bomberos no podían con su manguera y nos fuimos a apoyarlos, a andar jalando la manguera”, comentó.
Señala que mientras el fuego alcanzaba los puestos ambulantes de venta de pirotecnia, cohetes, petardos y toda clase de productos elaborados a base de pólvora tronaban o salía disparada, muchas le caían a la gente.
“Ahí en la esquina había un puesto de pinturas, tuvimos que, con un hacha romper para que jalaran los tanques de diésel y todo eso, porque ya quería entrar la lumbre pa dentro. Para acá había un negocio de ropa donde ahorita es El mundo de 3 pesos, ahí se metió la lumbre y quedaron unas personas atrapadas, con otro compañero que ya trabaja en otro lado, con un hacha empezó a romper la cortina para sacar a las muchachas.
“Me tocó ver, había un señor a la vueltecita (sobre Juan Soto), que vendía cosas de peinetas para los piojos, pomadas, que decía ‘pa los callos, pa los piojos péinese’; ahí estaba el señor abrazando a su mamá, se vino la lumbre y según para tapar a su mamá que no se quemara, la abrazó y ahí quedaron los dos muertos, calcinados. Más para acá (sobre Hidalgo) unos bracitos desprendidos creo eran de niñitos”, relató.
Lo vivido ese 31 de diciembre asevera que fue algo horrible, escenas que solo había visto en películas; sin embargo, en ese momento decidió ayudar en lo que podía, fue más la adrenalina de querer ayudar que pensar en resguardarse en un lugar seguro, recuerda que tenía 30 años.
“Al ver a los muchachos que no podían, al momento de la adrenalina, me nació ayudar y apoyar tanto a mi como a otros compañeros que ya no trabajan aquí en el mercado; estaban bien flaquitos (los bomberos) que ni podían arrastrar (la manguera), cuando abrían los zangoloteaba... agua para todos lados y la gente que veía que venía prendidos de su ropa, el chavo (bombero) les rociaba”, dijo.
Hombres y mujeres de todas las edades, incluso una embarazada, recuerda huían de la zona.
Gonzalo Escalante permaneció en la zona hasta que llegaron elementos del Ejército Mexicano y retiraron a todo aquel que no formara parte de las corporaciones de auxilio.
Las imágenes vistas afectaron su sueño, los primeros días sufrió de pesadillas, con el paso del tiempo logró olvidar, aunque señala cada vez que realizan misa luctuosa en memoria de los fallecidos por este incendio, vuelven algunos recuerdos, pero no como al principio.
De acuerdo con el Centro Nacional de Prevención de Desastres, el incendio en la zona de mercados del 31 de diciembre de 2002 en el puerto de Veracruz dejó 28 muertos, 50 lesionados, la mayoría por inhalación de humo tóxico, además de vehículos, puestos fijos y edificios quemados.
Sin embargo, en la cruz de metal colocada en la esquina de la calle Miguel Hidalgo y Juan Soto, hay 30 nombres y se hace mención de varios desaparecidos.
Gonzalo Escalante al igual que otros trabajadores, dudan sobre esta cifra oficial, al referir que en esa fecha la zona de mercados es muy concurrida, negocios de ropa, calzado, alimentos, entre otros son muy concurridos.
Hoy a 21 años de esta tragedia, continua la prohibición de venta de pirotecnia en comercios de la ciudad, implementada en 2003, sin embargo, con el uso de las redes sociales esta se ofrece al por mayor vía Facebook. Mientras las autoridades municipales argumentan que no pueden regular su venta por internet ni sancionar a quien la compra.
El pasado 29 de diciembre, el ayuntamiento de Veracruz, a cargo de la alcaldesa panista, Patricia Lobeira Rodríguez, informó que durante esta temporada se incautaron 50 kilogramos de pirotecnia en operativos encabezados por la Dirección de Comercio.
Comerciantes que vivieron esta tragedia piden a la población no olvidar lo que pasó en la zona de mercados el 31 de diciembre y no comprar a sus hijos pirotecnia, pues de la forma más horrible conocieron las consecuencias del manejo de esta. A las autoridades piden que continúen los operativos.
Aunque después de la tragedia la “zona cero”, como fue conocida el punto donde se registró este incendio quedó libre de ambulantes, hoy se encuentra repleta del comercio informal, puestos semi fijos y fijos invaden las banquetas sobre Hidalgo y Juan Soto, al igual que el resto de la zona de mercados los cuales impiden el paso libre.
La misa que se realizaba cada 31 de diciembre en el área de carga y descarga del mercado Miguel Hidalgo o en la esquina de la tragedia, dejó de realizarse desde la pandemia por covid-19, locatarios desconocen si este año habrá.
Mientras la cruz de metal luce ya con deterioro y la fecha se encuentra borrada.