México | 2025-04-23
Los sismos no avisan. Llegan sin previo aviso, rompen la calma, sacuden edificios... y la vida misma. Este 2025, las estadísticas han vuelto a poner a México en el centro del mapa sísmico. ¿Lo sabías? Nuestro país lidera —hasta ahora— el conteo de terremotos registrados a nivel mundial. Y no es poca cosa.
De acuerdo con el sitio especializado Earthquake List, que lleva un registro de movimientos telúricos mayores a magnitud 4 con epicentros cercanos a zonas pobladas, México ha acumulado mil 971 sismos en lo que va de 2025. ¿Muchos? Bastantes. Más que en cualquier otro país del mundo. Justo detrás vienen:
Estos tres países tienen algo en común: todos forman parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, una franja de alta actividad sísmica que no da tregua, y que rodea todo el borde del océano más grande del planeta. Una especie de cinturón geológico que se mueve, cruje y respira bajo nuestros pies.
Llamado también Anillo de Fuego, este fenómeno natural es responsable de:
Imagina una cadena de tensión subterránea que va desde Chile hasta Nueva Zelanda, pasando por California, México, Filipinas y Japón. Ahí donde hay placas tectónicas chocando, separándose o deslizándose... hay sismos. Muchos. Y seguirán ocurriendo.
Aunque no esté dentro del Anillo de Fuego, Turquía también sabe lo que es vivir con la amenaza de un sismo mayor. En abril de 2025, un temblor de magnitud 6.2 sacudió Estambul. El epicentro fue en el Mar de Mármara, muy cerca de Silivri, y dejó al país en alerta.
Las autoridades activaron operativos de emergencia, aunque, por fortuna, no se reportaron daños graves ni víctimas. Pero el recuerdo sigue fresco: Turquía vivió uno de sus peores desastres en 2023, cuando un sismo de 7.8 golpeó Gaziantep. Más de 50 mil personas perdieron la vida en ese evento conjunto con Siria.
Todo esto ocurre porque la falla de Anatolia del Norte atraviesa el país, y su energía acumulada es capaz de desencadenar terremotos devastadores, como el de Izmit en 1999.
Porque el conocimiento salva vidas. Entender qué zonas son más vulnerables permite a gobiernos, comunidades y ciudadanos actuar mejor:
Y aunque los terremotos no se pueden evitar, sí podemos reducir sus consecuencias. No se trata de vivir con miedo, sino con información, con preparación... con un plan.