| 2024-08-29
Aunque salir con amigos o pareja para desconectar la mente no siempre tiene que ver con beber alcohol es común que un plan de salida a veces incluya ir a un lugar agradable y beber un poco, pero, aunque el objetivo es relajarse no se puede bajar la guardia ya que alguien podría mezclar estupefacientes con tu bebida.
Las drogas que se suelen utilizar son para someter la voluntad y cometer actos delictivos como robos y agresiones sexuales con este método.
A esto le suelen decir sumisión química y es importante conocer qué drogas se usan más, cuáles son sus efectos y cómo debe actuar alguien que tiene indicios de que ha sido víctima de un ataque de este tipo.
La burundanga es posiblemente la droga más citada, hay casos donde alguien deja su bebida en la barra de un bar o una discoteca, se distrae y un desconocido aprovecha para poner la sustancia en la bebida para que ella la consuma y pierda el control.
Se le conoce como escopolamina, está presente en aproximadamente "el 80% de los delitos de sumisión química, las sustancias que se agregan no modifican el olor, el sabor o el color de las bebidas en las que se introducen. Suelen utilizar alcohol porque inhibe progresivamente las funciones cerebrales a la larga, tiene efectos sedantes y afecta a la capacidad de autocontrol. Estas características lo hacen especialmente propicio para la sumisión química.
Por otro lado, están las benzodiacepinas, son medicamentos que se usan habitualmente frente a la ansiedad, el insomnio y como relajantes musculares. Son depresoras del sistema nervioso central y su efecto se potencia cuando se combinan con alcohol, dejando a la víctima en un estado de semiinconsciencia.
El GHB es otro potente depresor del sistema nervioso central. Recibe la denominación de éxtasis líquido por la sensación de bienestar y euforia que produce inicialmente, pero no tiene nada que ver con el éxtasis, ya que no es estimulante. Puede producir somnolencia, obnubilación, dolor de cabeza, confusión e, incluso, depresión respiratoria.
La ketamina es un anestésico que, según informa el Plan Nacional de Drogas, "a dosis bajas produce efectos similares a los de una borrachera por alcohol, con pérdida de coordinación, dificultades para hablar y pensar, visión borrosa...". Cuando se administra en dosis altas "puede provocar un viaje muy intenso, con delirios, pseudoalucinaciones, pérdida de la noción del espacio y del tiempo y distorsión de la realidad".