| 2024-02-01
Cada cuatro años, el mes de febrero experimenta un día adicional, pasando de 28 a 29 días. Este fenómeno, conocido como año bisiesto, se debe a la necesidad de ajustar el calendario al desfase existente entre el año trópico y el año calendario estándar de 365 días.
Contrario a la creencia popular de que un año siempre consta de 365 días, la realidad es que su duración es ligeramente mayor, específicamente 5 horas, 48 minutos y 45,25 segundos adicionales, que se redondean a 6 horas. Esta corrección se implementa para evitar discrepancias entre las fechas astronómicas y cronológicas.
Es crucial tener en cuenta que no todos los múltiplos de cuatro son años bisiestos. Mientras que el año 2000 fue bisiesto, los años 1700, 1800 y 1900 no lo fueron, ya que, si un año es múltiplo de 100, también debe serlo de 400 para ser considerado bisiesto. Esta regla evita que las personas nacidas el 29 de febrero experimenten largos períodos sin celebrar su cumpleaños.
Se estima que alrededor de más de cinco millones de personas en todo el mundo tienen la peculiaridad de haber nacido en año bisiesto.
El ajuste del calendario para incorporar años bisiestos se remonta a Julio César, quien, en el año 46 a.C., racionalizó el calendario tras un año de 445 días. Posteriormente, Dionisio 'El Pequeño', un monje turco del siglo III, introdujo la práctica de años bisiestos cada cuatro años para corregir el desajuste entre el calendario juliano y la realidad astronómica.
El calendario gregoriano, implementado por el papa Gregorio XIII en 1582, estableció el año bisiesto cada cuatro años, corrigiendo así un desfase temporal acumulado. Desde entonces, febrero ha sido el mes designado para albergar el día adicional. La decisión de incorporar años bisiestos se basa en el solsticio de invierno y la posición de la luna con respecto a la Tierra.
Cabe destacar que un año, que comprende 365 días desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre, representa el tiempo que la Tierra tarda en dar una vuelta completa alrededor del Sol. Sin embargo, esta duración no coincide exactamente con 365 días, dando lugar al año bisiesto para mantener la sincronización con los ciclos naturales.
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