| 2025-06-16
La sonrisa es una carta de presentación. Y aunque no todos nacen con dientes de comercial, eso no significa que no se pueda intentar mejorar su aspecto. Ahora bien, si esperas resultados mágicos en tres días, esta información podría no interesarte. Pero si estás buscando opciones caseras, accesibles y que podrían sumar puntos a tu higiene dental, sigue leyendo.
Muchos de los ingredientes que usamos para cocinar o cuidar la piel, también circulan entre los consejos para mejorar el color de los dientes. A continuación, te presentamos cinco remedios populares que podrían ayudarte, siempre con precaución y sin dejar de lado el cepillo, la pasta y las visitas al dentista.
Es el rey de las recetas caseras. Se habla tanto de él que parece tener poderes secretos. Para este uso, solo necesitas mezclar una pizca de bicarbonato de sodio con unas gotas de agua. La idea es formar una pasta granulosa, ni líquida ni seca.
¿Cómo usarlo? Cepíllate con la mezcla durante unos segundos, dos veces por semana. ¿Todos los días? No, por favor. Es abrasivo y si lo usas sin control, podría hacer más daño que bien.
Llamado "oil pulling", es una técnica antigua, de esas que resurgieron con la moda de lo natural. No es blanqueador directo, pero sí ayuda a limpiar.
¿Qué haces? Tomas una cucharada de aceite de coco (líquido, mejor) y la mantienes en la boca, moviéndola entre los dientes por unos 10 o 15 minutos. Luego escupes, enjuagas con agua y listo. No esperes que el cambio sea radical, pero varios aseguran que reduce placa y deja la boca más fresca.
El polvo oscuro que se ha hecho viral no es un invento nuevo, pero su fama creció gracias a las redes. Dicen que atrapa toxinas y manchas. ¿Verdad o mito? Lo cierto es que puede ayudar, aunque no sin riesgos.
¿Cómo usarlo? Humedece tu cepillo, coloca un poco de polvo de carbón activado y cepilla suavemente. Muy suavemente. Dos minutos, no más. ¿Diario? Nunca. El exceso puede rayar el esmalte. Y lo que empieza como una solución se vuelve problema.
Suena a receta de postre, pero tiene una base lógica: el ácido málico presente en la fresa actúa como desmanchador natural. El bicarbonato, por su parte, potencia el efecto.
¿Cómo se hace? Tritura una fresa madura, mézclala con media cucharadita de bicarbonato y aplícala en tus dientes como si fuera pasta. Solo una vez a la semana. Eso sí: el ácido puede debilitar el esmalte si te emocionas con su uso. Aquí aplica el "menos es más".
No lo uses puro. Repetimos: no lo uses puro. El vinagre es ácido, y si bien tiene propiedades para eliminar bacterias y manchas ligeras, puede ser corrosivo.
¿Qué hacer? Mezcla una cucharada de vinagre de manzana en medio vaso de agua. Úsalo como enjuague ocasional, quizá una vez por semana. Hay quien jura que ayuda. Otros, que no sirve. Pero si lo pruebas, hazlo con prudencia.
No todo lo que encuentras en internet tiene aval científico, ni resultados garantizados. Estos remedios son populares, sí. ¿Funcionan? A veces. ¿Sirven para todos? No. Y eso hay que dejarlo claro.