Jerusalen | 2021-05-09 | La Jornada
Adnan, un palestino de Jerusalén Este, prometió que las balas de goma disparadas por la policía israelí no lo detendrían: "el silencio no es una opción" cuando se trata de defender a los árabes en la Ciudad Santa, afirmó.
Jerusalén Este, la parte árabe de la ciudad anexada por Israel en 1967, ha vivido esta semana la peor turbulencia de los últimos años.
Centenares de palestinos resultaron lesionados y decenas arrestados en enfrentamientos con policías, que fueron atacados con piedras y otros proyectiles lanzados por manifestantes, en su mayoría jóvenes, que incendiaron vehículos y basureros.
Este año, una corte israelí se pronunció a favor de los colonos judíos que buscan expulsar de sus casas a familias palestinas en el barrio Sheij Jarrah, en el norte de la ciudad.
Según el tribunal, las familias judías habían probado un reclamo de décadas sobre la tierra, lo que enfureció a los palestinos y desató meses de protestas que se han intensificado las últimas noches.
Pero otros incidentes también atizaron las llamas.
En abril, la policía israelí cerró la plaza en las afueras de la Puerta de Damasco de Jerusalén Este, un punto de encuentro de palestinos después de las oraciones vespertinas del Ramadán.
La medida provocó violentos choques con la policía, que levantó las barricadas después de varias noches de tumultos.
Después vinieron los choques en la plaza Al Aqsa el viernes después de las oraciones del Ramadán, que dejaron a más de 200 heridos.
La policía dijo que actuó en respuesta a los proyectiles lanzados por "miles" de manifestantes.
Mohamed indicó que él se encontraba entre los miles que rompían su ayuno, comiendo un dátil y bebiendo agua, "cuando la policía comenzó a atacarnos".
Sin embargo, la inestabilidad continuó en Sheij Jarrah, donde las hostilidades podrían prolongarse en los próximos días, dependiendo de lo que resuelva la Corte Suprema sobre el desalojo de las familias palestinas.
Con información de La Jornada