Panamá | 2024-05-06
José Raúl Mulino ha emergido como la figura central en la política panameña tras ser electo presidente en las recientes elecciones del 5 de mayo. Su ascenso político, fuertemente vinculado al controversial exmandatario Ricardo Martinelli, ha capturado la atención tanto de sus seguidores como de sus detractores.
Abogado de profesión y con una extensa carrera en el servicio público como exministro de Seguridad y de Gobierno, Mulino no siempre fue visto como un candidato presidencial. Sin embargo, su asociación con Martinelli lo catapultó al frente de la escena política.
Descrito por la cadena local ´tvn´ como un político "de pocas sonrisas, directo, pero leal", Mulino también enfrenta críticas por su reputación de tener "mano dura", especialmente durante su gestión como ministro de Seguridad, que fue marcada por represiones contra protestas antigubernamentales.
La transición de Mulino de candidato a vicepresidente a aspirante al máximo cargo del país se dio después de que Martinelli fuera inhabilitado por el Tribunal Electoral, debido a una condena de casi 11 años por lavado de dinero.
A pesar de las controversias, Mulino ha logrado mantener el apoyo de un sector significativo del electorado que aún respeta la gestión anterior de Martinelli, viéndolo como un período de crecimiento económico y desarrollo.
Nacido el 13 de junio de 1959 en David, Chiriquí, Mulino ha sido una figura prominente en la política panameña por décadas. Su formación en Derecho y Ciencias Políticas le proporcionó una base sólida para su posterior servicio como vicecanciller y ministro en diferentes administraciones.
A pesar de enfrentar acusaciones de corrupción y de ser vinculado con la empresa italiana Finmeccanica en un escándalo de radares, Mulino ha defendido su inocencia, enfatizando su compromiso con la ley y el orden.
Como presidente electo, Mulino enfrenta el reto de distanciarse de la sombra de Martinelli mientras intenta capitalizar el legado de crecimiento que muchos panameños aún valoran.
Sus promesas de campaña incluyen medidas estrictas de seguridad, como cerrar el paso del Darién con el norte de Colombia para frenar la migración ilegal, y revitalizar la economía del país.
La juramentación de Mulino está programada para el 1 de julio, marcando el inicio de su mandato de cinco años en el que buscará no solo gobernar, sino también restaurar la confianza en un cargo manchado por escándalos previos.
La figura de Mulino genera opiniones divididas: mientras algunos lo ven como un líder capaz de restaurar el orden y el progreso, otros lo critican por su cercanía con Martinelli y lo tachan de ser un "títere" del exmandatario.
Su visita a Martinelli en la Embajada de Nicaragua poco después de las elecciones subraya la compleja relación entre ambos y el camino delicado que Mulino tendrá que navegar para consolidar su liderazgo y legitimidad.