Vaticano | 2025-05-08
Este jueves 8 de mayo, tras su elección como nuevo líder de la Iglesia Católica, el papa León XIVpronunció su primer discurso público ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano.
El mensaje fue transmitido en vivo a nivel mundial y estuvo marcado por un firme llamado a la paz, la fraternidad entre pueblos y el compromiso con una Iglesia misionera.
El Pontífice comenzó su intervención con las palabras: "La paz esté con todos ustedes", evocando el saludo de Cristo resucitado, e insistió en que esa paz debe ser "desarmada, desarmante y perseverante", nacida del amor incondicional de Dios.
Durante su intervención, el papa León XIV hizo referencia a su predecesor, el papa Francisco, de quien dijo: "Todavía conservamos en nuestros oídos esa voz débil pero siempre valiente que bendecía Roma". Añadió que deseaba dar continuidad a esa bendición y reiteró que "el mal no prevalecerá; estamos todos en la mano de Dios".
Agradeció a los cardenales electores por su elección y manifestó su voluntad de caminar junto a ellos como una Iglesia unida y sin miedo, misionera y fiel al Evangelio.
El nuevo Papa se identificó como "hijo de San Agustín", retomando la frase agustiniana "con ustedes soy cristiano, para ustedes soy obispo". En este marco, extendió un saludo especial a la Iglesia de Roma y a los pueblos del mundo, resaltando su visión de una Iglesia sinodal y de puertas abiertas.
En un momento particular del mensaje, se dirigió en español a la Diócesis de Chiclayo, en Perú, donde desarrolló parte importante de su ministerio pastoral. "Un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto para seguir siendo la Iglesia fiel de Jesucristo", expresó.
En el cierre de su alocución, León XIV recordó que su elección coincidió con la festividad de la Virgen de Pompeya, a quien encomendó su pontificado y la misión de toda la Iglesia. Luego invitó a orar juntos por la paz mundial y por la nueva etapa que inicia su pontificado.
El Papa impartió su primera bendición apostólica "Urbi et Orbi" en latín, concediendo la indulgencia plenaria a los fieles presentes y a quienes siguieron la transmisión por medios de comunicación. Su oración finalizó con un ruego por la unidad y la paz en el mundo.