Estado Unidos | 2021-01-26 | Agencia AP
Los sospechosos no trataron de pasar inadvertidos, precisamente.
“ESTE SOY YO”, dijo un individuo en un post en Instagram, con el emoji de una mano apuntando hacia sí mismo en una foto de la violenta toma del Congreso de Estados Unidos. “Siiii, tomamos el Capitolio. jajaja”, escribió una mujer ya adentro del edificio. “Solo quería incriminarme un poco jajaja”, afirmó otro en un selfie tomado durante los disturbios del 6 de enero que publicó en Facebook.
Decenas de partidarios de Donald Trump que participaron en la insurrección se vanagloriaron de ello en las redes sociales. Algunos aparentemente se dieron cuenta de que tal vez no era lo indicado y eliminaron sus comentarios, videos y fotos, solo para descubrir que amigos y familiares tenían copias y se las habían pasado al FBI.
Su inocencia y la actitud de sus amigos permitió a las autoridades encausar a unas 150 personas hasta el lunes, acusadas de delitos federales. Las imágenes de los propios insurrectos, no obstante, no alcanzan y las autoridades deben trabajar diligentemente para demostrar que participaron en actos de vandalismo.
Dado que hubo muy pocos arrestos el día de los incidentes, el FBI y otros servicios están rastreando a los sospechosos donde sea que viven.
“El que te hayas ido de Washington no quiere decir que no te vamos a golpear la puerta si participaste en actividades delictivas adentro del Congreso”, advirtió Steven D’Antuono, subdirector a cargo de la oficina del FBI en Washington. “El FBI no escatima recursos en esta investigación”.
El FBI recibió más de 200 mil fotos y videos sobre los disturbios y está buscando a una cantidad de gente. Usando datos aportados por compañeros de trabajo, conocidos y amigos, los agentes cotejan fotos de las licencias de conducir con las de los sublevados filmados por las cámaras del Congreso. En algunos casos consiguen material de Facebook y Twitter que les permite conectar sus cuentas en las redes sociales con sus correos electrónicos o números de teléfono. En otros, usan registros de los lectores de placas para confirmar sus desplazamientos.
Se cree que más de 800 personas ingresaron al Capitolio, aunque es probable que no todas sean identificadas y acusadas de delitos. Los fiscales federales están enfocándose en los casos más graves.
Un grupo especial de fiscales está decidiendo si acusar a los sospechosos de sedición, un delito que conlleva hasta 20 años de cárcel. Un trío fue acusado de conspiración, pero la mayoría deben responder a delitos menos graves como ingreso ilegal y alteración del orden público.
Varios insurrectos publicaron selfies de ellos adentro del Congreso en sus cuentas en las redes sociales, ofrecieron entrevistas en las que describieron sus experiencias y admitieron de buena gana haber estado allí al ser interrogados por los investigadores. Un individuo publicó un álbum en Facebook titulado “¿La casa de quién? NUESTRA CASA”, lleno de fotos suyas y de otros en el Capitolio, según las autoridades.
“Tal vez pensaron, como tanta gente que trabaja para Trump, que si el presidente les dice que hagan algo, no es ilegal”, expresó Michael Gerhardt, experto en juicios políticos y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Carolina del Norte.
Otros se equivocaron feo, como el policía de Houston que negó haber estado en el Congreso y después permitió que los agentes viesen las fotos de su teléfono. En el archivo de cosas eliminadas había fotos y videos, incluidos selfies que se tomó adentro del Congreso según las autoridades. Un hombre que también ingresó al edificio llevaba un monitor que permite rastrear sus movimientos tras ser condenado por un robo.
Un bombero retirado de Long Island, Nueva York, envió al hermano de su novia un mensaje de texto con un video que lo muestra afuera del Capitolio, en el que dijo que era “la punta de lanza” de la toma del Congreso. El hermano de la novia era un agente del Departamento de Seguridad Diplomática y envió de inmediato el video al FBI. Un abogado del individuo, Thomas Fee, dijo que “no trató de tomar el Capitolio” y que simplemente “entró por una puerta abierta, nada más”.
En otro caso, un individuo que se iba de Washington en avión dos días después de la toma se la pasaba gritando “¡Trump 2020!” y fue bajado del avión. Hizo una reserva en otro vuelo y, mientras esperaba, un agente lo reconoció en una foto de Instagram y fue detenido. Lucía la misma camisa que llevaba el día de los disturbios, de acuerdo con las autoridades.
Los abogados de los insurrectos dicen que las imágenes que ellos mismos tomaron y difundieron son un problema.
“No soy mago”, dijo el abogado del individuo que fue fotografiado llevándose un atril de la presidenta de la cámara baja Nancy Pelosi. “Hay una foto de nuestro cliente en lo que parece el interior de un edificio federal o del Capitolio, con artículos del gobierno”.
La policía del Capitolio no estaba preparada para hacer frente a un ataque de esa magnitud y fue desbordada por los manifestantes que ingresaron al Congreso y se pasearon por allí algunas horas mientras los legisladores se escondían. Cinco personas murieron en los incidentes, incluido un policía.
Trump será sometido a un juicio político, acusado de “incitar la violencia contra el gobierno de Estados Unidos”.