Ciudad de México | 2024-04-15
El actor y cantante Pedro Infante falleció a los 39 años, pero 60 películas y más de 350 canciones grabadas lo convirtieron en "El Inmortal" y mayor ídolo de México, símbolo del ranchero, la música, el cine, la época de oro, la vecindad y el cambio sociocultural en un México que pasaba del campo a la urbanización en una creciente Ciudad de México, donde el propio mazatleco adoptó dicha idiosincrasia para convertirse en la extensión simbólica por antonomasia de la alegría y la tragedia del mexicano.
Pedro Infante nació un 18 de noviembre de 1917 en Mazatlán, desde muy chico mostró interés por la música gracias a su padre, quien era maestro de música y miembro de diferentes bandas y orquestas en Sinaloa.
Debido a la carencia de su familia (fue el cuarto de quince hermanos), Pedro Infante comenzó a trabajar desde pequeño, pero también a combinar su talento con fines laborales – comerciales, siendo vocalista de varias orquestas cantando para la radiodifusora local. Tras ver que su voz podría tener un futuro prometedor, como muchos en aquel tiempo emigró a la capital para buscar suerte, y en 1938 ya se encontraba cantando en varios clubs y para la XEB.
Pedro Infante murió un 15 de abril de 1957 luego de que su aeronave se desplomara minutos después de haber despegado del aeropuerto de Mérida pero antes de su muerte se podría pensar que el actor hacía honor a su apodo ´El Inmortal´, ya que para ese momento había sobrevivido a dos accidentes de avión.
Hoy, para honrarlo te presentamos las 5 mejores películas de Pedro Infante que no te puedes perder.
El carpintero Pepe el Toro mantiene a su madre, muda y paralítica, y a la pequeña Chachita, hija de su hermana la Tísica, expulsada del hogar y convertida en prostituta. Pepe el Toro es muy popular en su barrio y su vecindad, y por ello varias mujeres aspiran a su amor, pero éste sostiene un casto romance con Celia, La Chorreada, a su vez pretendida por Montes, un millonario arrogante. Éste le hace un encargo de carpintería a Pepe, pero el dinero que tiene dispuesto para ello le es robado por el padrastro de Celia, don Pilar, un hombre abusivo y violento adicto a la marihuana. El asesinato de una prestamista atiza las desgracias de Pepe el Toro, pues es acusado injustamente por ello y recluido en la Penitenciaría de Lecumberri. Mientras, su madre paralítica y Chachita son embargadas y desalojadas de su casa, por lo que se mudan con don Pilar, quien explota a Chachita como sirvienta. Debido a un delirio de paranoia, don Pilar ataca a la anciana paralítica, la única testigo de su robo, y debido a ello es internada en un hospital. Ahí, la mujer es desahuciada por los médicos, quienes se concentran en otra paciente agonizante, que resulta ser la Tísica. Chachita, desesperada por la desatención de los médicos, insulta a la Tísica, sin saber que se trata de su madre, hasta que aparece Pepe el Toro, que ha escapado de la cárcel, y le hace saber la verdad. De vuelta a la penitenciaría, Pepe el Toro se encuentra con el verdadero asesino de la prestamista y, en brutal lucha, le hace confesar la verdad.
El provinciano Pedro llega a la Ciudad de México en busca de trabajo, pero la suerte le da la espalda hasta que se involucra con una banda de dudosa honestidad, cuyo jefe le consigue un empleo como oficinista, ayudado por don Chema, uno de los esbirros con el que traba amistad. Es aquí donde Pedro conoce a Marga, que sobrelleva el trabajo acosada por el jefe de la oficina. Pedro y Marga simpatizan y tras un breve noviazgo deciden casarse. Cuando se sabe que Marga está embarazada, termina por ser despedida junto con su esposo. Luego de pasar por algunos trabajos, Pedro es enviado a la cárcel injustamente y más tarde liberado. Nuevamente urgido de dinero, acepta un trabajo de payaso callejero que lo hace sentir vergüenza cuando sin querer es descubierto por su esposa y su pequeño hijo. Cuando éste enferma de pulmonía y muere, Pedro intenta suicidarse fallidamente. El amor de Marga y la ilusión de un nuevo hijo parece ofrecerle una segunda oportunidad de vivir.
Trata sobre un padre cuya vida es arruinada por la codicia. Cuando su hijo descubre una nueva riqueza, el padre se enfrenta a un dilema moral entre el amor y el interés. La película combina fácilmente la tensión emocional y los elementos de drama para crear una narración profunda y conmovedora.
En el reparto podemos encontrar a grandes actores y actrices como Pedro Infante, Amanda del Llano, Virginia Serret, Fernando Soler, Andrés Soler.
En una cinta por demás innovadora para su tiempo, Pedro se reinventa haciendo 3 papeles diferentes como los hermanos Andrade: Juan de Dios, el sacerdote potosino, Víctor, el soldado veracruzano y Lorenzo, el tamaulipeco ateo y macho. Siendo precisamente este último, el personaje que más atrapa, que enternece y más termina gustando gracias a que, sin importar la época en la que nos toque vivir, no hay nada más extraño y fascinante que ver a un padre dedicado en cuerpo y alma a su hijo, y mayormente en un entorno mexicano y en el contexto en el que se grabó esta obra.
La primera colaboración de importancia con Rodríguez, no es que aquí el macho no exista (de hecho se multiplica por tres), sino que es opacado por la figura más poderosa dentro de la estructura familiar mexicana: la matriarca en la misma carne de la abuelita de México, Sara García. Toda la conjunción de drama y comedia de Infante en su punto ideal y a la orden de una comedia románticamente atrevida y con más tabús de lo que se pudiera pensar (tres primos intentando conquistar a la misma prima venida de Estados Unidos).