México | 2023-03-24
Desde finales del año pasado, autoridades deportivas y del Gobierno de México habían barajado la idea de que el país fuera nuevamente sede de un evento deportivo de gran magnitud: los Juegos Olímpicos.
Este viernes, el canciller Marcelo Ebrard hizo oficial esa intención, al presentar al titular del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, una carta en la que México buscará recibir la justa veraniega en 2036-2040.
En la misiva destaca que el país vive un momento “en el cual los mejores valores y tradiciones de nuestro pueblo se han revalorado (…) gracias a un proceso de regeneración de la vida pública, conocido como Cuarta Transformación”.
Destacó también las fortalezas de México para ser la sede de los Olímpicos, que de realizarse en el país serán “exitosos, austeros y universales”, y que además buscarán promover valores como la paz, la hermandad y la justicia.
Junto con la carta, Ebrard compartió imágenes junto a la presidenta del Comité Olímpico Mexicano (COM) Mary José Alcalá, de su reunión con el titular del COI, donde señaló que era la primera vez en 55 años que un canciller mexicano acudía a la sede del organismo deportivo.
Primera visita de un Secretario de Relaciones Exteriores de México al Comité Olímpico Internacional en los últimos 55 años. pic.twitter.com/wKyevlXZAT
— Marcelo Ebrard C. (@m_ebrard) March 24, 2023
Cabe recordar que a finales del 2022 la titular de la Conade, Ana Gabriela Guevara, fijó su postura en contra de que México buscara organizar unos Juegos Olímpicos, recordando lo ocurrido en 1968 y la forma en la que el país quedó endeudado.
En contraste, pidió que todo ese dinero que se usaría en el desarrollo de esta competencia fuera destinado a los atletas mexicanos.
En ese momento, Ebrard afirmó que por el lado del gobierno no sería mucha la inversión, alrededor de un 10 por ciento del total, y el resto será entre lo que dará el COI, patrocinadores y la venta de boletos.
Hay dos casos muy contrastantes respecto al antes y un después de la organización de unos Juegos Olímpicos; Barcelona en 1992 y Atenas en 2004 muestran qué tan benéfico o destructivo puede ser sede.
Barcelona logró hacer de los juegos un parteaguas para la ciudad tanto en lo turístico como en lo local, logrando usar ese trampolín para posicionarse como un referente en España.
Mientras que Atenas, elegido por su sentido histórico, venía arrastrando problemas económicos y gran parte de la inversión se hizo con dinero público, sin lograr el objetivo de posicionar a Grecia nuevamente en el panorama europeo.