¡Pavimento para el jefe, lodo para el plebeyo!

La Jiribilla

Veracruz | 2024-08-30

¡Ah, Veracruz! Tierra de sones, danzones y "arroz a la tumbada", donde la política se cocina con el sazón jarocho y se adereza con un poquito de sarcasmo, no más para que amarre.

 Y es que, mi estimado paisano, en estas tierras del trópico, el sol no solo calienta las arenas, sino también las cabezas de nuestros ilustres gobernantes, que han hecho de la excentricidad una forma de vida, como en los tiempos del buen Miguel Alemán Velasco.

Corrían aquellos años en que el "Góber" Alemán, hombre de mundo, de esos que se codean con los peces gordos como el mismísimo Bill Gates, el mago del Windows.

¡Ah! Y no creas que el buen Miguelito era solo un amigo más del Club Microsoft, no señor, él también era compadre de empresarios de Coatzacoalcos, como el "famoso" Armando Rotter, ex alcalde y hombre de negocios de la zona. ¡Qué nivel, compadre!

Resulta que en esos tiempos, cuando uno de los hijos casaderos de Alemán decidió amarrarse el lazo, ¡vaya pachanga que se armó! Una boda que hizo temblar hasta al Tajín, con invitados que llegaban en jet privado y todo.

Pero, claro, había un pequeño detalle: la finca familiar donde se llevaría a cabo una de las fiestas estaba en medio de la nada, y el camino para llegar era más bien un terraplén digno de una buena ranchería.

Pero, ¡oh, milagro del poder público! ¡Que se pavimenta el camino con recursos del erario! Claro, todo para que los invitados de postín no se ensuciaran los zapatos de charol.

 Los medios de comunicación, en su papel de aguafiestas, no tardaron en gritar "¡corrupción!", pero oye, que el PRI tenía sus maneras de justificar estas cosillas. "Para el pueblo, lo que es del pueblo", pero para el "Góber", lo que sea necesario para que sus invitados lleguen a tiempo.

NADA CAMBIA, SON IGUALITOS QUE LOS DE ANTES

Y aquí estamos hoy, en plena época de la Cuarta Transformación, con un gobernador de Morena en la silla, y tú pensarías que las cosas han cambiado, ¿verdad? Pues sí, han cambiado... de color, pero las mañas siguen siendo las mismas.

Resulta que ahora en la Reserva Territorial La Martinica, que era una joyita verde para echar la caminadita y respirar aire puro, la SIOP de Veracruz se ha puesto "generosa" y decidió pavimentar un kilómetro de terraplén.

Pero, ojo, no es para cualquier cristiano, no señor, es para que el buen Cuitláhuac García Jiménez y sus compadres de la administración puedan llegar a sus terrenitos sin darle un masajito de lodo a las llantas de sus camionetas blindadas.

Ahí en ese terrenito se le ha visto a Cuitláhuac con su machete, dándole duro a la milpa y cargando sus conejitos.   

Los vecinos, claro, ya andan con el "Jesús" en la boca, porque eso de que te tumben los árboles donde antes hacías el día de campo no es cualquier cosa.

 A unos les prohíben hasta poner un muro de contención, y ahora resulta que aquí, de la nada, llega maquinaria, tubos y hasta albañiles, todo para dejar el camino como si fuera la pista de un aeropuerto. Pero, ¡ay de ti, vecino mortal, si te atreves a plantar un arbolito sin permiso!

Y para rematar el chiste, sale Juan Carlos Contreras, secretario del Medio Ambiente, a decir que no pasa nada, que la obra ni está en la reserva, que es puro cuento de la gente. ¡Ah, pero eso sí, cuando le toca defender a sus cuates, se le olvida que las reservas naturales son sagradas! Según él, todo está en orden, que no se necesitan permisos ni manifestaciones de impacto ambiental para la obra. ¡Vaya, qué comodidad!

Así que ahí tienes, paisano, mientras tú sigues haciendo malabares para que no te multen por construir un techito en tu casa, los "mandamases" del estado pavimentan caminos enteros en áreas protegidas, todo para que sus guaruras no se ensucien los zapatos cuando van a echarse una carne asada.

 Pero no te preocupes, que como buen jarocho, siempre nos queda el humor para reírnos de estas historias, porque si no nos reímos, ¿qué nos queda?

Porque, al final del día, el jarocho sabe que la política es como el carnaval: la música puede cambiar, pero la fiesta sigue igual. ¿O no paisano?

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