Las campañas más sucias en una elección para gobernador

EN LA MIRA

Veracruz | 2024-05-17

El estado de Veracruz ha vivido en la última década el término de la hegemonía partidista de 86 años.

Fue el gobierno de Javier Duarte de Ochoa el último que encabezó el PRI en la entidad del 2010 al 2016.

Aun cuando fue el sucesor o recibió la herencia de un político como Fidel Herrera Beltrán que fue un recalcitrante priista emanado de la doctrina y de la esencia del partido tricolor en sus mejores tiempos, ni así el PRI pudo conservar el poder al terminar ese gobierno. Es decir a Fidel solo le dio el gas para que su partido siguiera gobernando un sexenio más.

Hasta entonces, esa elección del 2010 con Duarte fue la última que favorecería y conservaría el PRI. Pero seis años después, en el 2016, el hartazgo ciudadano le daba el triunfo al PAN, con Miguel Angel Yunes Linares, un priista también de la vieja guardia pero que habría saltado del PRI a Acción Nacional para conservar sus intereses personales, hace 20 años, en el 2004.

Al PAN y a Yunes solo le duró el gusto dos años, y gobernó un bienio, gracias a una jugada de reforma constitucional promovida por Duarte durante su gobierno, previendo lo que venía. Así, Yunes se tuvo que conformar con un bienio.

Y en el 2018, de nueva cuenta habría un cambio pero ahora para darle paso a la 4T con un periodo de seis años otra vez, para Morena y con Cuitláhuac García al frente dejando con el bat al hombro a Miguel Angel Yunes Márquez, hijo del gobernador en turno.

Y es este periodo que concluye en el 2024 el que ahora disputan sumando fuerzas, PAN, PRI y PRD contra el partido en el poder, Morena, y sus aliados PT y PVEM.

Sin embargo, desde Fidel Herrera Beltrán que vivió unas competidas elecciones contra su contrincante el panista Gerardo Buganza Salmerón, hace veinte años, en el 2004 hubo tanto fuego encontrado.

Ni en esa contienda ni en las que sucedieron, incluso tampoco hubo tanto lodo en la de Javier Duarte contra el propio Yunes Linares a quien lo derrotó por 3 puntos y casi 100 mil votos de diferencia, al obtener el primero 1 millón 356 mil sufragios por 1 millón 277 mil, lo que Yunes Linares nunca le pudo perdonar al priista.

En el 2016 de nueva cuenta compitió el panista Yunes Linares contra su primo, Héctor Yunes, quienes hoy, paradójicamente, comparten proyecto pues la alianza de ambos partidos buscan llevar a otro Yunes, a José Francisco, Pepe, al poder estatal.

El pleito de familia del 2016 llegó al máximo nivel de insultos y vituperios uno contra otro. Incluso sacando trapitos al sol y problemas familiares. Más tarde se sabría que ambos entrarían en reconciliación y hoy andan de la mano buscando campaña para de nueva cuenta apoderarse de los escaños políticos.

Pero ninguna contienda incubó una batalla como la que se libra hoy entre la candidata Rocío Nahle García, de Morena, y el abanderado del PRI, Pepe Yunes Zorrilla, quien lo ha hecho más directo en los debates, sin apartarse del guión de llamarle "zacatecana" pero ha recibido a su vez, calificativos por adulterio y corrupción.

La situación es que Yunes Zorrilla está sufriendo los golpes emanados de una lucha que no abrió él mismo, por la lógica clara de que no es su estilo como político, ni lo ha sido. Cayó en el juego y la estrategia de los Yunes azules, quienes buscaron a un tercero, el empresario Arturo Castagné para emprender la guerra contra la única mujer candidata que contiende por la gubernatura.

Sin importante ello, también le han entrado a las descalificaciones en momentos estratégicos, solo en forma esporádica dejando expuesto permanentemente al candidato priista.

Es el papel que adoptan siempre los que hoy aspiran al senado, los de la familia que mantiene el poder en la conurbación, y acusan corrupción y dinero inexplicable de la ex funcionaria federal, pero que ellos exhiben el mismo nivel de riqueza desde hace varias décadas y están asentados en la Riviera.

Pero esta lucha por la elección del 2 de junio para la gubernatura en el periodo 2024 a 2030 es más que encarnizada y se ha recrudecido en difamación y ataques de ambos bandos.

El mismo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador ha salido a tocar el tema en repetidas ocasiones. Este miércoles lamentó el grado de polarización que ha alcanzado la guerra sucia, las descalificaciones. "Mucho lodo" muy sucios los ataques, diría el mandatario, al hacer referencia a lo que acontece en estos comicios.

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