| 2024-09-05
El reciente mínimo histórico de la pobreza laboral en México es un logro notable, pero también una señal de advertencia.
Durante el segundo trimestre de 2024, el 35% de la población se encontraba en pobreza laboral, un descenso significativo desde el 37.8% registrado en el mismo periodo del año anterior.
Este resultado refleja una mejora en la capacidad de los trabajadores para costear la canasta alimentaria, impulsada por la incorporación de 805,200 personas al mercado laboral y un incremento del 8.9% en el ingreso laboral real per cápita.
Sin embargo, este avance no debe ser visto como una victoria definitiva.
Es necesario destacar que, aunque la pobreza laboral ha disminuido tanto en las zonas urbanas como rurales, persisten brechas significativas.
En las áreas urbanas, la pobreza laboral se situó en un 30.9%, mientras que en las zonas rurales aún afecta al 47.6% de la población.
Esta disparidad evidencia que las mejoras no han alcanzado por igual a todas las regiones del país, dejando a un gran número de mexicanos en una situación vulnerable, especialmente en las zonas rurales, donde la economía informal y la falta de oportunidades laborales formales son obstáculos persistentes.
Además, aunque 27 de las 32 entidades federativas reportaron una reducción en la pobreza laboral, cinco estados registraron un aumento en este indicador.
Jalisco, Colima, Guanajuato, San Luis Potosí y Tabasco vieron cómo más personas cayeron en la pobreza laboral, lo que revela que el crecimiento económico y la mejora en los ingresos no se distribuyen uniformemente en todo el país.
Esto pone de manifiesto la necesidad de políticas públicas más focalizadas que aborden las particularidades de cada región.
A pesar de estos avances, uno de los desafíos más grandes sigue siendo la informalidad laboral.
Al menos la mitad de los trabajadores en México está empleada bajo algún esquema informal, lo que significa que carecen de acceso a prestaciones y derechos laborales básicos.
Esta situación no solo perpetúa la pobreza laboral, sino que también limita el potencial de crecimiento económico del país al mantener a una parte significativa de la población en una situación de vulnerabilidad permanente.
Si bien la reducción de la pobreza laboral es un avance que debe celebrarse, no podemos ignorar los desafíos pendientes.
La disminución de la pobreza laboral debe ir acompañada de esfuerzos más amplios para reducir la informalidad laboral y as
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