La bendición del Secretario de Gobierno

Política a la veracruzana

Veracruz | 2022-05-06 | Paulina Ríos

Para ningún veracruzano es desconocido que si algo ha faltado en esta administración es cuidar la relación entre iglesia y estado. A los funcionarios estatales no les interesa en lo absoluto el mostrar respeto por dicha institución o sus líderes y mucho menos fortalecer relaciones que permitan comunicación y cordialidad en beneficio de la ciudadanía.

Era común que los gobernantes o el propio Secretario de Gobierno, mantuvieran esa cordialidad o comunicación, de ahí que en la administración pública siempre ha existido una área de asuntos religiosos que busca atender y escuchar a los diferentes líderes o representantes de las diversas religiones que existen en el país.

Hoy todo ha quedado en el pasado – aseguran veracruzanos- pues ahora los políticos morenistas, no escuchan a este sector, es más parecieran ser invisibles para quienes gobiernan y más aún cuando existen opiniones críticas respecto del desempeño de integrantes del gabinete. En quien recae directamente la responsabilidad de mantener la buena relación y cordialidad con los representantes religiosos es en el Secretario de Gobierno veracruzano a quien pareciera no importarle.

De ahí que llamara la atención a pobladores de aquella entidad, que Eric Cisneros acudiera a una celebración regional en Misantla y sintiéndose sacerdote llevara a cabo una acción similar a la del bautismo, colocando  su mano izquierda en la cabeza de los asistentes y tomando con su mano derecha un recipiente de agua para verterla sobre ellos a modo de bendición y con la total complacencia del alcalde de Misantla.

De inmediato llegaron las críticas hacia el funcionario veracruzano a quien acusaron de burlarse de la iglesia católica al realizar acciones de un aparente bautismo. Aquello molestó a los religiosos, más aún cuando advierten el ateísmo del funcionario, a quien se le señala de santero y otras prácticas apartadas de la actividad religiosa.

Eric trató de justificarse asegurando que aquella acción se trató de una actividad propia de la celebración de las cruces allá en Misantla y que nada tenía que ver la religión. El encargado de la política interna justificó que colocar agua en las cabezas de lugareños era parte de la tradición, pero contrario a ello, los veracruzanos lo desmintieron.

Pobladores de Misantla expusieron que aquella celebración no implica nada parecido a bautizar o bendecir. Explicaron que la fiesta patronal de aquella región veracruzana se trata de adornar sus pozos. Por eso se llama celebración de los Pocitos.

Cuenta la leyenda que el pocito de Nacaquinia se formó cuando una princesa supo de la muerte de su amado y por sus lágrimas se formó un torrente que dio vida al pocito.

Se trata de la leyenda de un joven guerrero mexica llamado ”Kilajahuat”, quien llegó a la tierra que ahora es Misantla para conquistarla y hacer méritos para engrandecer el señorío de su padre; en esas tierra conoció a Xanat, una joven princesa que vivía con sus padres en una aldea. El recio y joven guerrero al instante se enamoró de Xanat.

El naciente amor de Kilajahuat por la joven princesa, frenó el impulso de sus conquistas y tuvo que ir a otras lugares para lograr su cometido en favor de su padre pero lamentablemente el guerrero murió en combate.

Al conocer la triste noticia, la joven princesa Xanat, lloró tanto, que de sus lágrimas se formó el pocito de Nacaquinia , “manantial que hoy continúa vertiendo sus aguas al amor” señalan los historiadores y poetas de aquella región.

Es así que la tradición de aquel municipio radica, en decorar sus pozos, haciendo énfasis que quienes toma agua del Pocito nacaquinia siempre vuelve enamorados a Misantla.

Es decir nada con lo explicado y justificado por el Secretario de Gobierno. Su ritual de aquel 03 de mayo fue sacado de total contexto y el servidor público empoderado decidió que aquella práctica distorsionada le traería reflectores, esos que aseguran los veracruzanos, le encanta al servidor público que cada día se muestra más soberbio, irrespetuoso y beligerante.

/pn

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