| 2021-12-23 | Norberto Garcia
Para la mayoría, Navidad significa risas, abrazos, convivencia, felicidad, y compartir con seres queridos. Sin embargo, muchas personas se sienten solas y tristes en esta época, aunque su familia, amigos y fiestas estén cerca. Estos sentimientos surgen por sentirse en la recta final, la falta de sol o porque el recuento de las experiencias vividas en 2021 no es nada para festejar, entre otras razones.
”El TAE (Trastorno Afectivo Estacional), también llamada depresión navideña, es un sentimiento que en esta época arroja en muchos profunda tristeza y soledad, no hay raíces específicas, pero esta situación coincide con factores ambientales, neurobiológicos y hasta sociales explica el psicólogo Israel Zepeda del Hospital Ángeles de la Ciudad de México. También nos dice que hay unos factores comunes que detonan este desánimo en quienes padecen de dicho trastorno:
• Nostalgia y tristeza de lo que se dejó en el camino, incluso alguna pérdida de un ser querido, una ruptura amorosa, el alejamiento de un pariente.
• Objetivos que se plantearon al inicio del año, y que ni siquiera arrancaron.
• Propósitos que se ven lejos de alcanzar.
• Incertidumbre por lo que sigue en el siguiente año, esto aunado con la crisis sanitaria y económica que vive el mundo.
• Ciclos que no se cerraron junto a la creencia que todo tiempo pasado fue mejor.
Bloquear y disfrutar
Una encuesta de la Asociación Americana de Psicología arrojó datos en torno a esta depresión navideña. La mayoría de los participantes se sentían “felices”, pero con ratos de tristeza, decaimiento, nostalgia, desánimo, fatiga y sueño.
Las conclusiones del estudio recomiendan que para evitar, confrontar o aminorar este desánimo navideño, “lo primero es identificarlo cuando se presente, hablarlo con otras personas en busca de una catarsis y canalizar o bloquearlo con alguna distracción: leer un buen libro, pintar, escribir, reconectar con la naturaleza, y, justo ahí, en estas actividades de tono reflexivo, entender y comprender que siempre habrá escenarios imposibles de cambiar, que las situaciones son temporales y que trabajando con enfoque y flexibilidad, muchos desafíos se resolverán. Propiciar el pensamiento positivo de que no todo fue malo el año pasado; y centrarnos en algo bueno que nos sucedió.
Cerrar ciclos
“Todos y todas tenemos algún proyecto anclado que se nos escapó de las manos. Muchos los dejamos por flojera, por falta de tiempo, de dinero, de iniciativa, pero sobre todo por miedo: nos aterran los cambios porque los asociamos con privaciones, esfuerzos y tantas veces que lo hemos intentado y no ha salido, que a la mitad del camino tiramos la toalla”, explica el especialista Israel Zepeda. Es importante cerrar esos ciclos, revisar metas, sueños, propósitos que tal vez se quedaron en el camino. Organizarse para ir logrando pequeños triunfos, paso a paso, de a poquitos, sin prisa, pero sin pausa.
No te sientas obligado a estar hinchado de felicidad en esta época, comprende de dónde proviene esto que sientes y no te comprometas a hacer cosas que no te nazcan o te hagan sentir incomodidad. Con un simple ¨este año no¨ y una dulce sonrisa, estarás creando un espacio para ti, para procesar tus sentimientos y recargarte de energía para el año que está por comenzar. Mantente en comunicación con esas personas que tú eliges y que realmente te brindan paz y felicidad.