| 2021-06-03 | Alejandro Quijano
La capacidad de tomar decisiones bajo presión es una cualidad de liderazgo indispensable. A pesar de que nuestro cerebro es capaz de procesar una inmensa cantidad de información en poco tiempo, su habilidad de filtrar lo más importante de manera lógica y racional es limitada. Y la mayor limitación viene de la tendencia de basarnos en nuestros prejuicios y emociones para tomar una decisión. La realidad que percibimos no es más que la interpretación subjetiva que le damos a lo que está pasando. Por ello, te damos un listado de los prejuicios más comunes que impiden que tomemos decisiones conscientes:
El prejuicio de la confirmación: solemos prestarle más atención a aquello que confirma nuestra idea de la realidad. Ejemplo: creemos que hacer ejercicio daña las articulaciones. Consecuencia: tendemos a leer más artículos que refuerzan nuestra creencia. Solución: escuchar más opiniones que no necesariamente compartan nuestro punto de vista, y así tener la imagen completa.
El prejuicio del anclaje: nos aferramos –o anclamos– a la primera información recibida acerca de un tema, y con base en ésta es que hacemos comparaciones. Ejemplo: vemos que un artículo que deseamos comprar cuesta $100. A la semana siguiente, lo vemos en $90 y parece una buena idea. Sin embargo, si supiéramos desde el principio que su precio inicial era de $70, ya no nos parecería tan buen precio. Consecuencia: no somos objetivos y tenemos puntos de referencia inadecuados. Solución: tener múltiples referencias de un solo tema, preferentemente de quienes tengan distintos puntos de vista.
El prejuicio del resultado: determinamos si una decisión fue buena o mala basándonos únicamente en su resultado. Ejemplo: nuestro equipo de trabajo propone que ejecutemos una estrategia, pero optamos por nuestra corazonada de que debemos hacer otra. Consecuencia: si las cosas salen bien, pensamos que debemos ignorar a nuestro equipo. Si salen mal, pensamos que hemos de desconfiar de nuestra intuición. Solución: tomar a consideración todos los factores previos a la decisión. ¿Por qué confiamos en nuestras corazonadas? ¿Qué de la propuesta del equipo no nos pareció viable? Así, adquirimos el mayor aprendizaje posible y no nos quedamos con la idea de que las cosas o están bien o están mal.