| 2022-06-02 | Ximena Combariza Echeverri
El término resiliencia se ha hecho popular en los últimos años. Sin embargo, no todas las personas conocen lo que significa.
El concepto de resiliencia proviene de la física, en la que se usa para referirse a las características de algunos materiales. Por ejemplo: un resorte, que resiste a la presión, se dobla o estira con flexibilidad y recobra su forma original. O una alfombra de buena calidad, cuyas fibras vuelven a levantarse inmediatamente después de una pisada y no muestran huellas de ésta.
En ciencias sociales comenzó a emplearse el concepto de resiliencia hace unos 50 años, para referirse a una muy importante capacidad de personas y grupos, que se manifiesta especialmente en momentos de cambios y adversidades.
Es fundamental tener en cuenta que ser resiliente no significa no sentir tristeza, temor o angustia en las situaciones difíciles. Estos sentimientos son normales, naturales e incluso muchas veces necesarios durante o en los primeros tiempos después de la crisis. Sin embargo, la persona resiliente los reconoce, los acepta, los maneja y continúa adelante, no permite que se “instalen” en su ser por un largo período y restrinjan su capacidad de actuar.
Ser resiliente tampoco implica ser siempre igual de resiliente. Nuestro nivel de resiliencia puede variar un poco en algunos momentos, dependiendo de algunas variables personales y del contexto en que nos encontremos. En este sentido, podríamos decir entonces “estoy siendo resiliente” y no solo “soy resiliente” o “no soy resiliente”.
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