| 2022-03-24 | Anayda Gutierrez
Esa sensación que te ha acompañado toda tu vida de no sentirte querido ni respetado tiene un origen y un por qué bien delimitado. Es una creencia que ha sido implantada en ti, nada más y nada menos que en tu infancia.
¿Cómo es posible?
Cuando somos niños, afianzamos conductas y comportamientos que nos acompañan por el resto de nuestras vidas y determinan nuestra forma de ser y actuar en la adultez. Es por esto que dos psicólogos conductuales como Janet Klosko y Jeffrey E Young lo definen como "esquemas" o "patrones de conductas" repetitivos.
Es por esto que si desde niño fuiste repetidamente rechazado o constantemente criticado por tus padres, es posible que en tu adultez hayas desarrollado esta trampa vital de la imperfección. Y esto se debe a ciertas situaciones que lo detonaron, como por ejemplo:
¿Te sientes identificado?
De ser así, solo puedo decirte que has logrado dar un paso importante en tu vida: identificar el origen de eso que tanto te afecta. Y aunque encararlo haya sido doloroso, a partir de ahora sólo queda que recorras el camino hacia ese cambio que tanto anhelas. Y ese cambio es posible si así lo decides, porque se puede reprogramar para que deje de tener efecto en nuestras vidas.