Perdonar ¿Y olvidar?

| 2022-01-06 | Norberto Garcia

Perdonar a alguien que se aprovechó de tu confianza para robarte u ofenderte, es difícil, te sientes traicionado, dolido, máxime si era un familiar o un buen amigo. Sin embargo, perdonar hace que te liberes del dolor y que crees la mejor versión de ti mismo para que comiences el este año en positivo, libre de cargas emocionales.

En este contexto quien sufre más eres tú, pues te asalta el resentimiento, y el odio es una ocupación de tiempo completo, alimenta la ira; todo el día rumias el agravio y recreas lo que pasó y cómo. Estás herido, enojado, frustrado, y hasta quizá maquinas la ley del talión. Según estudios médicos, cuando los años arraigan este sentimiento, muchas personas no solo enferman de las emociones, sino del cuerpo. Dolor de cabeza, de estómago, arritmias, inapetencia, insomnio. Incluso hay una estrecha relación entre la osteoporosis, la gastritis y las úlceras, es lo que la psicología llama somatización: alteraciones físicas que detonan tras problemas emocionales no resueltos. 

Emociones y cuerpo en armonía 

Para algunos terapeutas, perdonar no significa olvidar, si eso significara, ¿qué ocurriría con las personas que detentan una excelente memoria? El perdón les sería inaccesible. Por tanto, el proceso exige una memoria y una conciencia lúcida de la ofensa. La prueba del perdón no es el olvido; el perdón ayuda a la memoria a cicatrizar la herida. Una memoria curada se libera, por añadidura fortalece emociones y aleja padecimientos físicos.

Fuerza de voluntad para PERDONAR 

Cuántas intenciones, como perdonar, requieren que tengas fuerza de voluntad... y simplemente tiras la toalla. Para muchos la simple frase les resulta imposible porque la asocian con el recuerdo de las veces que la han usado para alguna situación y no lo han conseguido. La fuerza de voluntad es una fuerza interior que te empuja a dar el primer paso. Primero pregúntate: “¿Esto es en realidad lo que quiero, o es lo que quiere mi pareja, mi madre o mi amigo?” Es imposible motivarte si el objetivo es de otro y no el tuyo. Enseguida los especialistas recomiendan los siguientes pasos: 

• No te culpes. La mayoría es proclive a echarse la culpa. Que te engañen no es tu culpa, no es que te lo merezcas. 

• Reconoce la falta. Admite que fuiste víctima de un agravio y asúmelo como si fuese un duelo. Permite que los sentimientos de ira, tristeza y hasta deseos de revancha salgan. 

• Decide sanar. Deja que afloren esos sentimientos, pero ofréceles un punto de control. Rumiar el dolor no permitirá que la herida sane y te irá jaloneando para que no avances en tu proceso. Justo aquí contempla la idea de perdonar aunque no te lo hayan pedido. Desde aquí comenzarás a darle primeros auxilios a esa herida emocional.

En suma, perdonar no es para eximir de culpas al otro, sino para que no te sigas haciendo daño, que ya bastante tuviste con la ofensa.

.
.