| 2024-01-11
Dicen que aprender a vivir en soledad es todo un arte y que mientras sea elegida, puede ser un auténtico placer. No se trata de aislamiento o de autoexclusión social. Se trata de aprender a disfrutar y sacarle el lado positivo a la soledad ya que puede ser un tiempo propicio para la autorreflexión y autoconocimiento.
Para la autora del libro Honjok, el arte de vivir en soledad de Francie Healey, se trata de un movimiento de jóvenes surcoreanos que promulga aprender a vivir en solitario sin demonizarlo y sin que ello suponga el sufrimiento.
Vivimos en un mundo interconectado pero en el fondo nos sentimos aislados, fuera del mundo, rodeados de personas pero solos. Ese es el tipo de soledad que nos hace daño porque nos hace sentirnos realmente desconectados de nuestro propio Ser.
Ahora, el Honjok se traduce como la decisión consciente de explorar a profundidad nuestros propios intereses, nuestro mundo y nuestra subjetividad. Se trata de cultivar nuestro más auténtico mundo interior, permitirnos estar con nosotros mismos, escucharnos, hablarnos, pasar tiempo con nosotros y disfrutarlo realmente. No es lo mismo ESTAR que SENTIRSE SOLO.
Cuando escogemos la soledad consciente trabajamos en nuestra identidad y autoestima más allá, cultivas una autoconciencia más profunda.
Te conoces y puedes mirar hacia afuera con mayor claridad y perspectiva.
Pero mucho cuidado. Que no se confunda con el ermitaño Hikikomori, aquel que decide el aislamiento social severo e indeterminado, víctima de la depresión al no cumplir con las altas expectativas sociales de la cultura asiática.
Se trata de una soledad nutritiva, un espacio para volver a nuestra propia esencia, no definitiva, sino más bien como una pausa necesaria para volver al exterior de una manera más sana. La idea no es perderse en la desolación, sino más bien encontrarnos a nosotros mismos en el silencio.