| 2022-09-08
Hay de críticas a críticas; las que sin consideración te hacen llorar porque atacan tu autoestima y dignidad como persona. Sin embargo, con otras, aunque fuertes, aprendes y mejoras en algunas esferas de tu vida. Estas son las que se conocen como críticas constructivas: y es importante aprender a recibirlas y a ofrecerlas con tacto.
La crítica constructiva es la que se ofrece para que quien la recibe crezca, mejore en el trabajo, con la familia, con él o ella misma. Se brinda con delicadeza, con filtro, en privado, para no herir susceptibilidades.
Hacerlo sin pensarlo puede conseguir el efecto contrario y hacer daño en lugar de fomentar buenos cambios, o que el receptor perciba un comentario negativo, de burla o un ataque a nivel personal.
Para criticar constructivamente, considera:
• El respeto antes que nada, al recibir o dar una crítica, se debe hacer con asertividad con la noble intención de ayudar o que te ayuden a corregir y ser mejor en alguna esquina de la vida.
• Más que un señalamiento, la crítica constructiva debe ser explicativa, concreta y específica (incluso con algún ejemplo de acuerdo al caso), de modo positivo, como un refuerzo que mueva a generar ideas. “Martín, qué buen trabajo el tuyo, solo habría que mejorar los gráficos, quizás un poco el color o el fondo, no sé tú eres el experto, revísalo y lo vemos pronto”.
• Que la observación sea privada, no ante compañeros o en público; discreción es igual a cortesía que evita conflictos interpersonales.
• Al dar o recibir es imperativo abordar con inteligencia emocional; esa gran capacidad de entender y gestionar las propias emociones y las de los otros. Es posible que, de entrada, la persona se sienta confundida o avergonzada. Explica que no es lo que se busca, que todos tenemos espacio para mejorar y que sientes que ese comentario puede ayudar a optimizar.
Así las cosas, una crítica constructiva