| 2021-10-28 | Anayda Gutierrez
No nos han enseñado a cultivar el fino arte de la espera. Somos la sociedad de “lo quiero para ya”. Nos programaron para vivir cada vez más deprisa y no nos permitimos saborear el presente ni darnos un momento para sentarnos a reflexionar.
¡Paremos un momento! Esta dinámica de vida no hace más que desalentarnos.
La paciencia, esa virtud ancestral que hemos perdido, nos permitirá hallar nuevamente nuestro centro y nos enseñará a no des-esperar. Cultivar la espera nos ayudará a ubicarnos en una mejor actitud ante la vida, confiar en ese eje quieto, sin desgastarnos en luchar contra lo inevitable, lo que no podemos eludir.
Es el modo más sabio de “aprender a colaborar con lo inevitable, como propone el psiquiatra Roberto Assagioli. Ceder el control. Abandonar la prisa, el estrés, la impulsividad. Que no es lo mismo que “sentarse a ver pasar la vida”
Es saber aprovechar las oportunidades del presente, fluir con la vida. Aprender a caminar disfrutando cada paso y tratando de ubicarnos en la mejor actitud posible. Verás como tarde o temprano habrás obtenido esa ganancia que tanto anhelas: la fortaleza de carácter.