Adiós, soledad

| 2022-02-17 | Norberto Garcia

La soledad, una amarga sensación de vacío. A todos, en algún momento, nos ha embargado esta circunstancia; estar acompañado y sentirte solo (a). 

Cuando es transitoria, o acudes a un retiro para reencontrarte contigo mismo, es válida y hasta curativa, pues no hay carencia ni ausencia de nada; te sientes solo y al mismo tiempo completo.

Pero siendo crónica, se instala en ti y te aísla del entorno social con sentimientos de incomprensión, y miedo. Es importante que tomes medidas si te sientes así por un largo periodo. Te acompaño por tres potenciales rutas:

1) Haz un análisis emocional del por qué te sientes así. Una ruptura amorosa, un duelo no gestionado, una mudanza, familia distante, falta de asertividad. Y trabaja sobre ello, ya sea que busques ayuda profesional o que tus fortalezas (tú sabrás de cuáles dispones) te saquen del pozo. 

2) La soledad se arraiga cuando uno se aísla y no hace nada. Desentierra el potencial que tienes y busca hacer cosas nuevas. Al armar ese ropero que tienes en mente, por ejemplo, te sentirás renovado y listo para el combate de la vida.

3) Conecta con otros. No es que salgas a la calle y hables con medio mundo; es hacer clic con alguien; una conexión social en donde haya interacción, gustos y temas similares. Es ahí en donde gradualmente comenzarás a no sentirte solo. Conectar emocionalmente, puede marcar la diferencia. Únete a grupos de afinidad, como un club, una labor humanitaria, o algún curso, donde las personas tienen intereses similares a los tuyos. No tengas miedo de participar o hacer un acercamiento amistoso. Tampoco te cohíbas de llamar para escuchar la voz y tener una conversación real con personas importantes en tu vida.

.
.