En agosto de 2020 una joven fue violada en el municipio de Boca del Río. El caso involucra a tres universitarios y el uso de drogas para provocarle la pérdida de conocimiento.
En medio de un proceso legal, los padres de R. (de 19 años) exigen justicia por el delito cometido contra su hija y piden que los involucrados sean juzgados conforme dicta la Ley.
R. se dispone a contar lo ocurrido hace poco más de cuatro meses, pero las lágrimas le interrumpen cualquier palabra que pueda emitir.
El 29 de agosto de 2020 R. fue invitada a una fiesta sorpresa para celebrar el cumpleaños de uno de sus amigos (a quien a partir de ahora llamaremos D.). La fiesta se desarrolló en la calle Miguel Hidalgo, de la unidad habitacional Río Jamapa, en Boca del Río.
“Conviviendo con mis amigas durante la reunión, recuerdo que me tomé dos vasos de Coca Cola con Bacardi, y un shot de Smirnof con una amiga, hasta que después solo recuerdo estar entrando a la reja por fuera de la casa de M. y que M. estaba ahí recibiéndome y yo ya no me sentía bien, ni siquiera sabía cómo había llegado ahí”.
“Estaba mareada, me sentía rara y sin voluntad. No recuerdo si entré a su casa y mucho menos si salí de ella, solo recuerdo que me subí a un coche con M. y que había dos hombres atrás”, narra R. sobre cómo iniciaron los hechos.
Supuesta ‘pijamada’
La joven fue invitada por su amiga M. a una pijamada, a la que le aseguró acudirían otras dos de sus amigas, por lo que le pidió permiso a su mamá y saliendo de la fiesta fue trasladada por un chofer conocido de la familia hacia el domicilio de M. en la calle Vía Muerta.
El chofer la deja en el lugar y se retira. En la vivienda, R. es recibida por M.; sin embargo, no permanecen en el lugar, son recogidas por Diego N., Ricardo N. y Moisés N. (de entre 22 y 24 años).
“Después supe que era el primo de Diego y su amigo. Diego iba manejando y M. iba al lado de él, yo conscientemente nunca me subiría a un coche con tres hombres que no conozco, porque a dos de ellos no los conocía, ni había visto nunca y solo reconocí a Diego por ser el hermano mayor de mi amigo D.”
Los tres sujetos van con ellas a comprar alcohol a un Yepas en el camino y las trasladan a un motel ubicado en la cabecera municipal de Boca del Río.
“Al subirme al coche iba como ida y me sentía incómoda de estar ahí. Recuerdo que M. me dijo que no le dijera nada a D., pero no me importó y lo hice, yo no me sentía segura estando ahí, pero no podía hacer nada al respecto para poder irme... cuando pararon en un lugar vi la oportunidad y le escribí a D., le dije en donde estábamos, con quienes, y le insistí que fuera.”
Sin embargo, los mensajes que R. envió a su amigo no permanecen en la aplicación de su celular pues fueron eliminados por Diego más tarde, cuando la tenían sobre la cama de un motel.
“Me sentía con miedo, me fui a sentar a una barda y uno de los sujetos me dio una cerveza y después dos de ellos estaban intentando besarme y yo no quería y los empujaba, después M. fue hacia donde estaba, me agarro de la mano y me dijo ‘vamos al baño’, cuando entramos me dijo que me besara con Diego y yo le respondí que no. Al salir Diego ya estaba afuera del baño, me arrinconó en una esquina y me intentó besar. Yo no quería, lo empujé y me fui a sentar a la barda en la que estaba y nuevamente uno de ellos estaba intentando besarme y también lo empuje como pude”.
“Recuerdo que en mi desesperación de miedo y de no saber qué hacer le escribí otra vez a D. pidiéndole ayuda y diciéndole que se querían besar conmigo y que yo no quería… me fui a sentar a lado, en la esquina de la cama. No me sentía bien, no fui lo suficientemente inteligente para hablarle a mi mamá en vez de a D. y poder irme de ahí y después no supe en qué momento me desvanecí hacia atrás; me sentía muy mal”.
“Después recuerdo ver a Diego a mi lado, me quitó mi teléfono, me dijo que no le fuera a decir nada a su hermano D., se metió a mi WhatsApp y en mi cara comenzó a eliminar mensajes que yo le había enviado a D.”, narra R. con dificultad sobre la noche en la que tres universitarios abusaron sexualmente de ella.
Mientras R. se encontraba desvanecida sobre la cama de aquel lugar, escuchaba que los involucrados discutían sobre su edad. Se preguntaban si tenía 17 o 18 años.
Lo último que R. recuerda de aquella noche es que dos de los sujetos (uno de cada lado de la cama) le estaban quitando el pantalón.
“Yo no podía hacer nada para evitarlo”, se lamenta una y otra vez.
Al no recordar completamente lo que ocurrió aquella noche, la joven intentó obtener información a través de M., la amiga que la invitó a la pijamada en su casa y que conoce a los tres sujetos involucrados.
De acuerdo con lo narrado por la víctima, M. le responde que todo está bien y que nunca permitiría que le hicieran daño.
Al revisar su teléfono, entabla comunicación con su amigo D. (hermano menor de Diego) y le pide información. La respuesta que obtiene es: “haz lo que tengas que hacer, yo te apoyo”, y posteriormente se pierde la comunicación.
Abrupto cambio
La siguiente semana, la vida de R. cambió completamente. La permanencia constante en su habitación hizo que sus padres notaran que algo ocurría.
Enfrentarse a la brusca revisión por parte de una médica legisla en la Fiscalía, a los comentarios de sus compañeros de escuela, y a la respuesta de la familia de los involucrados que la señalaron de buscar obtener dinero mediante la situación fue el inicio de un proceso que para la joven y su familia aún no concluye.
“Al parecer drogaron a R. Gracias a Dios ella recuerda cosas muy importantes. Aparte, con la revisión que le hicieron y las investigaciones sabemos todo lo que pasó. Fue algo fuerte e injusto porque ella fue inocentemente a una fiesta que organizó una amiguita de ella, con toda la confianza porque fue en una casa de una familia bien y pues pasa eso, y están involucrados el hermano de su amiguito, el amigo del hermano y el primo del hermano, a quienes ella ni siquiera conoce. Conocía al hermano de vista, no tenía relación con él de hablar ni nada, y a los otros dos no los había visto nunca en su vida. La que tiene relación con el hermano es la amiga que la llevó al lugar. La que organizó la fiesta, ella es la que tenía la relación con Diego, el hermano mayor del amigo de R.”, comenta la madre de la joven.
Por su parte, el padre de R. enfatizó que el caso de su hija debe servir de ejemplo para evitar que otras jóvenes sean víctimas de abuso sexual y tengan el valor de presentar una denuncia ante las autoridades ministeriales.
De la misma forma, refrendó que su familia nunca ha entablado comunicación con las familias de los involucrados para intentar lucrar con el delito que cometieron contra R.
El representante legal de la familia, Tomás Mundo Arriasa, enfatizó que el caso lleva un avance considerable y que buscan es obtener justicia en este caso de violación ocurrido en el municipio de Boca del Río.
“Tenemos confianza, pues el trabajo de la fiscal encargada de la investigación es muy profesional”, destacó el abogado de la familia.
"Recuerdo que en mi desesperación de miedo y de no saber qué hacer le escribí otra vez a D. pidiéndole ayuda (...) No me sentía bien, no fui lo suficientemente inteligente para hablarle a mi mamá en vez de a D."
Víctima de violación
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