Tras 25 años de trabajo pescadores alvaradeños, investigadores y toda la comunidad de Alvarado involucrada en ello, ve los resultados de este esfuerzo de rescate del manatí, que poco a poco ha regresado a su hábitat, por lo que ahora son frecuentes los avistamientos del Trichechus manatus, nombre científico de la especie en peligro de extinción, de acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Incluso en el Sistema Lagunar de Alvarado, se han logrado avistar hasta grupos de seis ejemplares en época reproductiva y madres con crías, ya no hay reportes de cacería, indicando que sí se ha logrado recuperar la especie.
El municipio de Alvarado cuenta con el segundo humedal más extenso a nivel nacional, está dentro de la categoría de los 32 humedales nacionales prioritarios para su conservación, y además es el santuario del mamífero.
Debido a la caza ilegal y a las afectaciones de su hábitat, el manatí se encuentra entre las especies amenazadas, pues de acuerdo con testimonios de los habitantes de la región alvaradeña, en las décadas de los 40´s estos mamíferos abundaban en la zona.
“Los animalitos eran cazados para comérselos, hacer utensilios y hasta cuchillos con sus huesos”, contó un pescador.
La matanza de estos mamíferos era tal que, en 1997, un grupo de investigadores en Conservación del Instituto de Investigaciones Biológicas de la Universidad Veracruzana, encabezado por la Bióloga Blanca Cortina Julio llegó a la zona del Sistema Lagunar, con la intención de educar a la gente en torno al manatí, a través de talleres dirigidos principalmente a pescadores, amas de casa y niños.
A la fecha el denominado grupo “Los Herederos del Humedal”, en aquel tiempo por hijos de pescadores, continúa vigente, ahora son los hijos de estos herederos los que siguen aprendiendo sobre el manatí y su hábitat.
De acuerdo a los especialistas, el también llamado sirenio, es indispensable para mantener sanos los ecosistemas del río, de la laguna, del manglar, y también del mar; es clave para la conservación de ríos y manglares y ayuda a mantener hábitats saludables para el crecimiento de otras especies marinas de agua dulce como peces, jaibas, y camarones, entre otras.
Podrían equipararse a las abejas, que son fertilizadoras del medio ambiente, solo que el manatí fertiliza las lagunas, porque al moverse de una a otra, llevan sedimentos que ayudan a nutrirlas.
Con el paso del tiempo, los científicos y la comunidad han logrado hacer una gran mancuerna, por lo que de esta unidad han surgido grupos de ciudadanos muy bien capacitados con los conocimientos necesarios, incluso para atender a los ejemplares que presentan alguna afectación o a crías huérfanas.
Las 27 comunidades alrededor del manglar, junto con sus cooperativas de pescadores son ejemplo de este intercambio de conocimiento entre investigadores y académicos, algo que ha dado resultados palpables en el arduo trabajo de protección y conservación de la especie, donde uno de los objetivos es proteger la especie en su hábitat natural y avisar a la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente (Profepa) en caso de detectar a alguna cría o animal lastimado.
Hoy en día, debido al éxito de estas acciones, se han retomado los recorridos en lancha por lo que llaman la Ruta del Manatí, y se tienen mayores avistamientos de estos ejemplares y otras especies más a las que gracias a la conservación y cuidado del hábitat se pueden admirar en su entorno natural.
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