La inquietud creativa es el gen que poseen los artistas. Quizá ya dieron vueltas muchos nombres por su cabeza, pero le aseguro que estará a punto de agregar otro más: Rogelio Jaime Mijares. Un veracruzano que desde muy pequeño tenía el ímpetu de comenzar a plasmar sus creaciones.
Colores y plastilina fueron los primeros materiales que empleó cuando niño, pero la pintura se convirtió en el motivo por el cual se mantiene inspirado. A través de documentales, su interés creció continuamente, siendo Leonardo da Vinci uno de los artistas que mayor impresión causó al, entonces, pequeño Rogelio.
“Me llamó demasiado la atención moldear en plastilina, que me clavé y me volví muy diestro para ello. De hecho, recuerdo que a la edad de 9 años causé mucha impresión en mi familia, concretamente con los adultos de mi familia, porque me introduje tanto en este mundo que logré hacer, de manera autodidacta, en plastilina la obra ‘La Piedad’, de Miguel Ángel”, mencionó Rogelio Jaime.
Sin embargo, sus trabajos recientes tienen una estrecha relación con la naturaleza, como el mar, protagonista recurrente en sus pinturas que, por cierto, tienen la peculiaridad de ser miniaturas, aplicando un grado de complejidad mayor al que ya, de por sí, está implícito en la pintura. Sus herramientas esenciales: la imaginación y el tacto.
En este sentido, Rogelio indica que las personas quedan maravilladas con sus pinturas, sobre todo los niños, a quienes desea que esta era tecnológica y adictiva no les signifique todo, en cuanto a material/contenido cultural y de entretenimiento. La estimulación por medio del arte es la opción que le gustaría ver reflejada actualmente.
El entorno que Rogelio elije para pintar, suele ser abierto, espacios públicos, tales como Plaza Río, donde comúnmente se le puede ver pintando en sus pequeñas cartulinas, sus pinturas acrílicas, tomando café en una mesa, despertando curiosidad alrededor y compartiendo momentos y charlas afables con quienes se acercan a verle en su “hábitat”.
Para concluir, Rogelio comparte una reflexión de acuerdo a todo lo que ha observado en los últimos años, una perspectiva única que, como indicó, debería ser tomada en cuenta:
“La tecnología no es mala, para nada. El único inconveniente es que, si se abusa de ella o se utiliza incorrectamente, nos deshumaniza. Ahora tenemos una dependencia a ella que jamás nos imaginamos, sólo ha llegado para quedarse y nos debemos adecuar a ello.
“Pero es esencial que las personas, de todas las edades, no sólo niños, se acerquen mucho más a la cultura, las artes. Debemos seguir ejercitando nuestro ‘músculo’ creativo para mantenernos y sentirnos vivos. Aunque me ganara ahorita mismo la lotería, y si Dios me lo permite, seguiré dedicando mi tiempo y vida a la pintura”, finalizó.
Fotos: Víctor Andrade.
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