Creyentes o no creyentes en el nacimiento de Jesucristo, los veracruzanos se desvelaron la noche del sábado 24 de diciembre y consumieron alcohol, acompañados por música estridente, desde salsera hasta norteña y reguetón.
Y como amanecieron celebrando, al mediodía estaban profundamente dormidos.
En consecuencia, las calles de la ciudad lucían vacías, sin automovilistas ni peatones, los semáforos intermitentes y los comercios cerrados, excepto las tiendas de conveniencia.
Ni siquiera el ambulantaje salió a las calles, quizás alguno que no tuvo fiesta.
Incluso los mercados no tuvieron la afluencia de comensales en sus cocinas económicas.
Y eso que la Nochebuena no suele dejar trasnochados tan numerosos como el Año Nuevo.
Los que sí salieron desde temprano a ganarse el pan de cada día fueron los franeleros o 'viene viene' y el personal de la Limpia Pública, desde las barrenderas hasta los recolectores y personal del camión recolector.
Cafeterías, panaderías, almacenes y hasta farmacias permanecieron con las puertas cerradas: prohibido enfermarse en Navidad.
Avenidas como Independencia, 5 de Mayo, Madero, Hidalgo, Bravo, Guerrero y calles aledañas a los mercados, como Cortés, entre otras, permanecieron apagadas, sin el diario ajetreo.
El que no dejaba de hacer ruido era el viento al chocar contra la copa de los árboles durante el domingo de Navidad, bastante fresco, que al mediodía era de 19 grados.
Fotos: Heladio Castro.
/ct
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