En la Reserva Tarimoya se han cometido abusos en agravio de niñas, pero las mamás lo callan y las callan, situación que en nada ayuda a nadie, lamentó Cecilio Herrera Moreno, párroco de la Iglesia Jesús Buen Pastor en esa colonia.
No necesariamente son casos recientes, muchos quizá fueron hace años, pero el silencio no ayuda a nadie, dijo.
"No me diga cómo lo sé porque es parte de mi ministerio de pastor: viven en espacios muy reducidos, les hace falta formación humana y cristiana, no tienen muchos valores; pero además, por los vicios de la droga y el alcohol, las niñas han sido víctimas de familiares que las han abusado.
"En mucho de eso nadie sabe, nadie supo y las niñas arrastran el sufrimiento durante toda su vida. Les hemos dicho -a las mamás- que tienen que hablar porque el no hablar no es ayudarles (...), con todos hemos platicado, esto es algo muy delicado y tienen que denunciarlo, las personas se me acercan; yo no sé de dónde vienen, no sé sus nombres, pero todos los que hayan sido abusados tienen que denunciar a los abusadores", puntualizó Herrera Moreno.
Aseveró que se debe rescatar a la Reserva Tarimoya de esa situación y seguir protegiendo a los niños.
El párroco de la Iglesia Jesús Buen Pastor en la Reserva Tarimoya dijo que la pobreza es una realidad muy compleja, cuya solución depende de muchos actores y no sólo de los distintos niveles de gobierno.
"Ha faltado apoyo de todos, no sólo de nuestros gobiernos de los 3 niveles, también ha faltado por parte de la Iglesia y de la sociedad, estamos viendo la cultura del descarte: cada quién está pensando en sí mismo y en generar ganancias para sí mismo, y yo creo que echarle la culpa solamente a nuestros gobernantes sería injusto. Es una realidad que tenemos que atender entre todos", subrayó el sacerdote.
Admitió que en otra época sí se escuchaban historias de violencia pero en casi un año que lleva en esa zona no le ha tocado ningún hecho violento.
Dijo que siente esperanza porque quienes andaban en malos pasos dan señales de arrepentimiento, de remordimiento, un sentimiento de ya no querer seguir en lo mismo, y eso interpretado desde la fe es la acción del Espíritu Santo en sus conciencias.
"Ellos tienen el propósito de salir de su situación: en el mal no podemos vivir siempre. Es una realidad que tenemos que atender entre todos", subrayó el párroco Herrera Moreno.
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