Aunque siempre tuvo el deseo de ser madre de una niña, Dios le permitió la dicha de ser mamá de 4 varones, con quién desempeñó un doble papel, el de madre y padre, pues a doña María Elena Hernández Lara le tocó, en una época difícil para que una mujer destacará, sortear las pruebas más exigentes de las que pudo salir airosa no solo como madre, sino también como ama de casa, empresaria, profesionista y además promotora cultural de su pueblo natal, Tierra Blanca, municipio que hoy le ha concedido el título de cronista de la ciudad y una montaña de reconocimientos.
“Soy madre de 4 hijos varones, aunque siempre tuve el deseo de una niña, me identifico muy bien con ellos. Gozo de una relación magnífica, convivimos, nos comunicamos todo, me regañan, los reprendo; no me hacen caso, yo tampoco. Me hacen llamadas telefónicas en la mañana y en la noche, dicen que para ver si me hace falta algo, pero más bien es para checar que no ande de “pata de perro”, contó con simpatía, la también columnista de sociales en Imagen VIP.
Ve a la maternidad como su mayor tesoro, a pesar de que, como madre de 4 varones, le ha tocado una labor nada sencilla.
“Los hijos son un regalo, un verdadero tesoro, pero creo que nunca llegaremos a dimensionar el verdadero significado de la maternidad, si sólo nos quedamos en la alegría que significa el tener en nuestros brazos a un ser que sentimos nuestro y no comprender la enorme responsabilidad que eso implica: criarlos, alimentarlos, vestirlos, cuidarlos, sí, pero también educarlos y hacerlos hombres de bien, de servicio y responsables… Bendita sea la maternidad”, manifestó.
A doña María Elena le enorgullecen hasta donde han llegado sus hijos, 3 de ellos rebasan en ya los 60 años de edad, pues lamentablemente uno de los 4 falleció a los 26 años, en un accidente automovilístico.
“Mis hijos: Luis Gerardo de 65 años; Gabriel 64; el tercero fue Roberto de Jesús, él murió a los 26 años en un accidente automovilístico. Ninguna madre debiera perder a un hijo de esa manera. El menor es Alejandro, de 60 años. (Dios mío, como envejecen los hijos)”, exclamó.
Sin duda afirmó que ellos son lo mejor que Dios le ha dado.
“Son de carácter diferente, pero tienen en común su amor por sus familias, por sus hijos y ahora por sus nietos. Gerardo es funcionario en Tenaris TAMSA desde hace aproximadamente 45 años; Gabriel ha sido servidor público, fue Presidente Municipal aquí en Tierra Blanca entre otras responsabilidades y Alex se dedica al transporte público en la modalidad de taxis”, detalló.
Madre y padre: difícil rol
Autodefine a su familia como una familia inmigrante, donde ella llevaba la batuta, al ser madre y padre a la vez, pero siempre se sintió fortalecida gracias al apoyo de otra gran mujer, su madre y sus hermanos.
“No fue fácil, me tocó el rol de padre y madre, mis hijos y yo fuimos una familia inmigrante, cambiamos de casa en 9 ocasiones, con todo lo que ello implica, gracias a Dios siempre conté con el gran apoyo de mi madre -una mujer admirable, ejemplar- y el de mis hermanos, siempre me sentí cobijada con su amor. Ojalá todas las mujeres que viven una situación parecida pudieran contar con el apoyo familiar. La familia es un gran baluarte en nuestras vidas”, manifestó.
Reconoció que tuvo muchas carencias materiales, pero a pesar de ello recuerda esa etapa como una época dorada.
“Creo que fue una época de oro si la comparo con la actual. Veo a las madres de ahora enfrentadas a tantos peligros para sus hijos. No necesito enumerarlos aquí porque son de sobra conocidos, pero algo sí quiero “aconsejar” a las nuevas o futuras mamás: siempre vigilen a sus hijos, interésense por conocer a sus amigos, lo que hacen”, compartió.
Recordó un par de lecciones que tuvo que aplicar, con mano dura, pero con amor, para enderezar por el camino correcto a sus hijos.
“Cuando Luis Gerardo empezó sus estudios de secundaria, llevó un cuaderno de unas cuántas páginas que dobló y lo metió en la bolsa trasera del pantalón, nunca me pidió para comprar libros. Un día me llega con la camisa blanca del uniforme con cadillos de zacate en la parte de la espalda. En la escuela no había zacate. Revisé su cuaderno no tenía ni una palabra escrita, empecé a hablar con los maestros y ni siquiera lo conocían”, relató.
Luego de reponerse de la sorpresa que le causó este descubrimiento, pensó en cómo solucionar la situación, entonces habló muy seriamente con su hijo.
“Ni modo mijito, no quieres estudiar, pues a trabajar”, le dijo.
Agregó que le consiguió chamba en una vulcanizadora.
“El dueño me dice “no tengo para pagar su sueldo”, entonces yo le contesté: yo le doy a usted para que le pague. Y ándale, lo pusieron a trabajar en serio, llegaba a la casa “molido, casi arrastrando los pies” y un buen día me dice: “ya voy a estudiar, mamá”, dijo triunfante.
Por ello se siente muy agradecida con las personas que fueron un gran apoyo para lograr ese cambio en su hijo.
“Con el apoyo del sacerdote Jesús Sandoval González QEPD y el entonces Rector del Seminario San José, Casto Simón, que aún a sabiendas de su nula vocación para el sacerdocio, estuvo 4 años ahí, de donde salió para ingresar a la Facultad de Administración de la UV”, indicó.
Destacó que, en los recientes festejos de los 45 años de fundación de la Facultad, a su hijo Gerardo le otorgaron un reconocimiento: “Por su destacado aprovechamiento académico demostrado en la primera generación 1978-1982 de la Licenciatura en Administración de Empresas”, firmado por el Rector Doctor Martín Gerardo Aguilar Sánchez.
“Algo similar pasó con Gabriel, que trabajó de chiquillo en la farmacia de Don Ramiro Estrada -muy recordado por su calidad como persona-, trabajó un tiempo en PEMEX, después le llegó la vocación para el comercio y al fin terminó sus estudios también en la Facultad de Administración de la UV”, agregó.
A pesar de la difícil vida que le tocó vivir, se siente una mujer bendecida y una madre muy afortunada.
“Ahora, a la distancia y con mis hijos con sus propias vidas, analizo los tiempos pasados y me siento feliz de haber podido sortear los obstáculos y haber logrado los objetivos como madre y al mismo tiempo mi realización individual”, manifestó.
Mientras sus hijos estudiaban y se preparaban para su futuro, doña María Elena atendió durante más de 30 años su restaurante “Bambino”, lugar que logró quedar en la mente de sus contertulios que dicen recordar los antojitos que se les preparaba.
“Analizo que lo logrado en mi trabajo periodístico en el que pronto cumpliré 50 años; en mi labor en pro de la cultura de mi Tierra Blanca, logrando la construcción de la Biblioteca Pública Municipal “Segundo Verde Sánchez” y la fundación de Casa de Cultura “Profesor Carlos Cruz Valenzuela”, fue a causa del acicate que significaba exigir a mis hijos su superación, poniéndoles el ejemplo”, subrayó.
De igual forma, aseguró que los más de 40 años de un trabajo en conjunto con grandes amigos, en el que realizó exposiciones, conciertos, concursos de poesía, homenajes a terrablanquenses destacados, bailes de debutantes, concursos en el que se reconocía la belleza y preparación de las jóvenes del medio rural y reconocimientos a estudiantes, fueron impulsadas para también hacer participar a sus jóvenes hijos.
“Y como corolario de todo lo realizado, he agregado a mi vida innumerables amigos; son un tesoro invaluable que, junto con un increíble montón de diplomas de las autoridades municipales y de diferentes instituciones, además de hermosas poesías y décimas que me han dedicado los Poetas de mi pueblo, me están convirtiendo en una mujer un “poco”, muy vanidosa y feliz”, agradeció quien desde el 2014 fue nombrada Cronista de su querida Tierra Blanca.
“Bendita maternidad, envío felicitaciones a todas las madres que en sus propias trincheras luchan por sus hijos. Dios las ayude en tan comprometedora labor”, finalizó.
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