Personal del Instituto Nacional de Migración en la oficina de la Delegación ubicada en la esquina de 5 de Mayo y Lerdo, en el centro histórico de Veracruz, tuvo un enfrentamiento verbal con haitianos que reclaman prontitud en la atención, pues desde hace días esperan turno porque no son indocumentados.
Cabe señalar que desde hace días los caribeños hacen fila afuera de la Delegación del INM en busca de actualizar documentos sobre su estancia migratoria.
Con frecuencia hay hombres, mujeres y algunos menores de edad, sentados en los zaguanes de los edificios ubicados en la calle Miguel Lerdo, y algunos hacen cola afuera de una papelería donde ofrecen trámites migratorios.
No hablan con nadie ni se inmutan ante las miradas curiosas de la población local ni de las camionetas de la Guardia Nacional.
Sin embargo, desde antes de las 9:00 de la mañana de este jueves se observó inquietud entre los haitianos y un grupo de elementos de Migración, quienes se observaban molestos.
"Ya se les dijo que sí se les va a atender pero que esperen su turno", exclemaba un uniformado del INM.
Visiblemente molestos, los caribeños sólo murmuraban en voz muy baja, ante la presencia de representantes de medios de comunicación.
Entre murmullos, como para que nadie escuchara, uno de ellos comentó escuetamente que no son indocumentados, sólo buscan actualizar sus papeles y sobrevivir porque andan muy medidos de recursos.
Algunos sí duermen en casas de huéspedes o en hotelitos modestos, pero deben ver cómo sobrevivir, porque aseguran no estar en busca de dádivas.
Sí quieren trabajar.
Además, cabe resaltar que entre ellos sólo hay personas jóvenes, en edad productiva y al menos en apariencia, sanos.
En ese momento no había patrullas de la Guardia Nacional, y es de destacar que el personal de Migración en ningún momento obstaculizó el trabajo de los medios de comunicación.
Algunos haitianos se ponen de espaldas ante las cámaras, pero otros ya no se inmutan.
Después del incidente volvió la cotidianeidad por la presencia de caribeños, a la que ya empiezan a acostumbrarse los veracruzanos.
Sin embargo, entre los que pasan horas en la calle Lerdo se observa el cansancio, desánimo y en ocasiones mal humor ante las miradas curiosas.
Pero se aguantan porque al decir de uno de ellos, "en Haití no hay de qué vivir, prefiero peregrinar y no estar allá".
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