Éstos son los objetivos que el obispo de la Diócesis de Veracruz, Carlos Briseño Arch, les señala a los clérigos y por extensión, al cristiano, respecto de quienes deben ser prioridad:
"No se dediquen solamente a sus amigos o a quienes les quieren o les tratan bien: vayan con todos y abrácenlos en el corazón.
En especial busquen a quienes están lejos, los que no están en la iglesia, aquéllos que están lejos y que están lejos del influjo del evangelio.
Sean cercanos a aquellas personas que más necesitan, no sólo materialmente sino espiritualmente.
No se conformen simplemente con conocer la psicología de la pobreza, más bien toquen la pobreza en los necesitados, ellos son la carne de Cristo, ahí Cristo se encuentra, y ahí Cristo a través de ellos va a potenciar su sacerdocio.
Ahí está la verdadera riqueza de la Iglesia. Por eso nuestro ministerio tiene que ver siempre en esa actitud de ir con Jesús hacia los cojos, los mudos, los leprosos, los ciegos de nuestro tiempo, es decir los que viven alejados de Dios y que se encuentran como el buen samaritano.
No sean indiferentes ante nuestros hermanos, sean padres, sean hermanos. El corazón del pastor es capaz de sentir el dolor de la muerte".
El obispo de Veracruz envió este mensaje a la comunidad veracruzana, a los ministros de culto reunidos en el Seminario San José y que inician el camino del sacerdocio; pero también les llegó a todas las personas ahí reunidas: familiares de religiosos, padres y madres de familia, hermanos, amigos y la comunidad clerical.
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