El 23 de marzo pasado, el alcalde Fernando Yunes anunciaba con bombo y platillo el arranque de los trabajos de rehabilitación con concreto hidráulico del acceso al fraccionamiento Albatros.
Pero ni el acceso ni las calles han sido beneficiados por algún pequeño porcentaje de los más de 22 millones que se le iban a invertir a estas obras.
En la calle Ñandú casi esquina Alcatraz del fraccionamiento Albatros, al poniente de la ciudad, los residentes son “afortunados”, pues sin ser clúster, tienen “chapoteadero” comunitario, además de cuatro rocas para sentarse a disfrutar del agua en los pies mientras se platica.
El tremendo “cráter” mide hoy prácticamente el ancho de la calle en su diámetro, las recientes lluvias, el paso constante de los camiones y el hecho de que la promesa del ayuntamiento de pavimentar este fraccionamiento se la llevó el viento, hizo que la nueva “laguna” se agrandara.
Lo mismo pasa en la calle Quetzal del fraccionamiento El Fénix, encharcamientos y caminos de terracería maltratados difíciles de transitar tanto a pie como a bordo de algún vehículo.
Aquel 23 de marzo, con las elecciones a la vuelta de la esquina, Yunes Márquez aseguró que en ese fraccionamiento ser realizaría una introducción de drenaje con el mismo presupuesto, beneficiando a ambos fraccionamientos, pero de ello, ni sus luces.
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