De guajolotes a patitos feos, los pavos o guajolotes se han convertido en las aves que nadie quiere en Navidad ni en año nuevo, a menos que ya vayan preparados y listos para guisarlos o mejor aún, para comerlos.
En un rincón del Mercado Unidad Veracruzana, entrando por lo que en algún momento fue parte de la avenida Úrsulo Galván, en la parte trasera de ese espacio para la venta de carnes, desde pollos y puercos hasta pescados, los guajolotes o pavos parecen esperar a que alguien se los lleve a casa para hacer un buen mole poblano o para rellenarlos con picadillo y hasta para hacer unos sandwiches gigantes y dar la bienvenida al año nuevo 2025, el primer cuarto del siglo 21 más los que se acumulen.
El vendedor ve el cubo del medio de comunicación y de repente le dan unas ganas incontenibles de ir al baño y no le importa dejar solos a sus guajolotes, los encarga a un amigo suyo y desaparece en un 2 por 3.
Un guajolote en pie, es decir vivo, fácilmente supera los mil a mil 500 pesos, según su peso y edad, porque si es muy viejo no se cuece ni echándole la piedra del molcajete.
"Vaya, ni con la mano del metate se ablanda si está muy viejo y correoso", afirma un cuate del vendedor.
"Hay que meterlo en una paila y echarle la mano del metate para que se ablande, y ponerlo en una paila en una fogata, porque si lo pones en la estufa te acabas un tanque de gas y no se ablanda", coinciden entre risas los hombres con apariencia de septuagenarios en la parte posterior del Mercado Unidad Veracruzana, en la entrada y salida por la calle Úrsulo Galván.
Los pavos se salvaron de la paila y del rosticero, al menos por el martes 31 de diciembre
Pero viene el 6 de enero, Día de Reyes, y sabrá Dios qué destino tendrán.
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