A casi 2 décadas de que la ya extinta empresa Homex construyó el fraccionamiento Costa Dorada, sus habitantes se acuerdan de ellos todos los días.
Y no solamente de ellos, pues con frecuencia les dedican recordatorios familiares, debido a que los engañaron y les entregaron viviendas en condiciones no aptas ni dignas.
Cada día se acuerdan, por ejemplo, de que no lo dejaron municipalizado en su totalidad, sino a medias.
Calles destrozadas, baches que más bien son cráteres, agua en tandeo, escasa y de dudosa calidad; oscuridad nocturna con los peligros que representa, son el pan nuestro de cada día.
Las calles principales de Costa Dorada son Hacienda Real y Paso del Real, cuyo estado es deplorable porque son las más transitadas por los vecinos que tienen automóvil.
Y el problema no sólo es la extensión de los cráteres, sino su profundidad, porque no paran de avanzar hacia abajo, tanto, que en broma ya aseguran que tienen salida al infierno.
"Nos transaron y se largaron, y nunca les aplicaron la le, y nosotros nos dejaron embarcados por más tontos", acusó una mujer quien dijo llamarse Gumara, aunque todo apunta a que no es su nombre verdadero, porque se puso de espaldas para que no se le viera el rostro.
Incluso hay deslaves en varias calles. En total hay 2 calles principales y 23 transversales, todas en situación deplorable.
La consecuencia es que ya no es nada extraño ver vehículos descompuestos en mitad de la calle y adentro de cráteres lunares, al decir de los vecinos.
Gabriel Méndez Ramos organiza brigadas de apoyo voluntario para reportar problemas, como son las luminarias descompuestas, baches y todo lo ocurre.
Y le reciben los reportes, pero los problemas siguen ahí porque al no estar municipalizado en su totalidad no se le puede invertir muchos recursos públicos.
"Los baches están sobre todo en las calles principales, pero ninguna se salva de los cráteres.
"Ya debería llamarse Los Volcanes", se escuchó una voz entre infantil y adolescente.
Y estallaton las risas.
La falta de luminarias es otro gran problema. Muchos padres y madres de familia esperan a sus hijos e hijas en la parada del camión de pasaje, porque la falta de lámparas favorece a los delincuentes que gustan de rondar a las jovencitas.
Y como tampoco hay vigilancia, papás y mamás van a esperarlas, garrote en mano para al menos romperle el cráneo a los abusivos delincuentes.
Es el pan nuestro de cada día en Costa Dorada, cuyo nombre hace pensar en una playa del dorado Pacífico. Pero nada más lejos de la realidad.
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