En Veracruz, el diagnóstico del autismo suele llegar hasta cuatro años después de la aparición de los primeros signos de alerta. Angeli Gutiérrez, investigadora en neurología del autismo, señaló que se deben atender con mayor prontitud estos casos. Los signos de alerta más comunes incluyen la pérdida del lenguaje y una baja tolerancia a la frustración, aunque pueden presentarse de diversas formas.
"En los casos más graves, donde los niños tienen un grado de autismo 3 y requieren mucha ayuda, observamos con frecuencia la ausencia del padre. Además, suelen presentar comorbilidades y otras patologías asociadas", explicó.
Consideró que falta mayor difusión sobre los signos del autismo y la urgencia de reforzar la red de atención para estos menores en el estado. Falta efectuar un análisis del entorno social de los menores para detectar posibles casos de autismo y entender los factores que influyen en su desarrollo.
"Movimientos repetitivos, caminar de un lado a otro, correr sin motivo aparente, desplazarse de puntillas o alinear objetos de manera poco común son indicios que deben ser tomados en cuenta".
Ante la sospecha de autismo, recomendó a los padres acudir con psicólogos especializados en la condición para obtener un diagnóstico basado en la evaluación de la conducta. Insistió en la importancia de la detección temprana para brindar a los niños las herramientas necesarias para su desarrollo y mejorar su calidad de vida.
El retraso en el diagnóstico debe combatirse ya que las familias veracruzanas enfrentan incertidumbre y dificultades en el acceso a especialistas.
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