En 1955 se inauguró la estatua del poeta veracruzano Salvador Díaz Mirón en el crucero de la avenida Díaz Mirón y la calzada Simón Bolívar, dos años después del centenario de su natalicio.
Allí iniciaba o terminaba la avenida que hasta los primeros años del siglo 21 era un referente de la ciudad de Veracruz, por sus características urbanas de una avenida amplia pero con historia y una gran población arbórea y de aves que conjugaba historia, urbanismo y naturaleza, que además era un paseo para caminar sin asolearse, escuchar el canto de aves canoras y respirar el aire todavía no tan contaminado.
Casi 6 décadas después, en el 2009 se habló de un proyecto de tren ligero que recorrería el camellón de esa avenida y paseo, que no prosperó.
Sin embargo varios taxistas de Veracruz empezaron a presionar para que el ayuntamiento eliminara la glorieta de Díaz Mirón y Bolívar, donde estaba la estatua del poeta, arguyendo que les estorbaba para una circulación óptima.
Y la estatua fue removida y la glorieta, demolida.
Tiempo después y pese a los reclamos de diversos sectores, la estatua del poeta Salvador Díaz Mirón quedó colocada en el camellón de la avenida que lleva su nombre, en donde empieza el crucero con Bolívar.
De hecho, la estatua es casi invisible allí, sobre el camellón de la icónica avenida, y así la recuerda el investigador de temas históricos, Ricardo Cañas Montalvo.
“Era una glorieta muy hermosa, estaba sobre una base en forma de hemiciclo, por ambos lados tenía unos altorrelieves; en la parte de adelante estaba el poema dedicado ‘A Gloria’, del propio Díaz Mirón.
“Era bellísimo porque estaba rodeado por unas especies de bancas que estaban en semicírculo y estaban hechas de una piedra volcánica de de color negro, perfectamente tallada e inclusive tenía forma de asiento para sentarse y disfrutar, porque tenía fuente”, señaló Cañas Montalvo.
Cabe señalar que en el imaginario jarocho, un grupo de taxistas presionó al ayuntamiento de Veracruz durante las administraciones de Carolina Gudiño Corro y Ramón Poo Gil para la extinción de esa huella histórica y cultural de Veracruz.
Otro conjunto escultórico removido fue el que se encontraba en el crucero de la avenida Salvador Díaz Mirón y Tuero Molina, frente a la Central de Autobuses, el Auditorio Benito Juárez y el Parque Cri Cri.
Oficialmente se llama Los Niños Pescadores, pero ningún jarocho lo llama así y desde hace varias décadas se refieren a él como los ‘Niños Miones”, porque simulaban a niños orinando.
También fue retirado de ese crucero y trasladado hace años a la avenida Ignacio Allende Norte, donde concluye el Puente Allende.
El estar confinados ese conjunto escultórico en un punto poco transitado por peatones y además solitario, favoreció a la delincuencia y poco a poco fueron desapareciendo las estatuas, al punto de no quedar más allá de un par o un trío.
Cañas Montalvo lamentó que en Veracruz el patrimonio artístico se reduzca cada vez más.
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