Mientras les avisaban que ya les entregarían el cuerpo de Rosa Isela Castro Vázquez, su hermana Mara Lisbeth recordaba sus últimos momentos juntas, cuando decía sentirse ya muy cansada, ante la cercanía del parto, cosa de semanas, y Rosa Isela estaba en la casa materna.
"Quería dormirse porque se sentía muy cansada, le dolía su panza, y ya hasta ahí quedó la plática. La llevé al otro día, ya no hablé con ella hasta las 7:00 de la noche, le mandé un mensaje a su número y ya fue cuando mi cuñado me dice que ya mi hermana no estaba en la casa.
"De ahí nos empezamos a mover para buscarla en hospitales y todo, y lamentablemente no la encontramos", recuerda Mara Lisbeth.
No pierde el control, no rompe en llanto ni se le quiebra la voz, y tampoco brotan lágrimas, como haciendo un esfuerzo enorme para no dejarse vencer.
Recargada en una pared del callejón J.J. Herrera entre Mario Molina y Zamora, en la zona de cafés y del billar, Mara Lisbeth se refiere al crimen cometido en agravio de su hermana desaparecida cuando acudió a una farmacia en Las Bajadas, y a la recuperación de su bebé recién nacida que ya se logró.
No confirmó ni negó la versión de que la bebé había ingresado al hospital el miércoles 30 de noviembre y registrada por un hombre.
"Desconozco cuál es el nombre de la persona; y a una consulta, la sacaron como si nada, se la llevaron, pero el día de ayer (sábado) en la madrugada fue cuando a la niña la encuentran y la trasladan", explica.
Confirma que a Rosa Isela la velarán en su casa y dijo no saber qué pasó con las personas que habían tomado a la bebé.
Una mujer se acercó y le dijo que ya debían retirar.
Foto: Heladio Castro
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