Caminar en la avenida Independencia en estos tiempos de regreso a semáforo rojo después de las 5 de la tarde en un fin de semana resulta algo desolador, la diferencia con los tiempos normales es abismal.
En la casi esquina con la calle Mariano Arista suena una trompeta, con su clásico sonido entre elegante y melancólico, reproduciendo piezas incluso de Agustín Lara.
Quien la toca es un artista y músico hidalguense de nombre Bruno Ortega, quien viene de vivir mucho tiempo en Puebla y que tiene ya un mes en el puerto de Veracruz gracias a que lo movió un asunto personal y emocional.
El joven de 28 años le ha tocado vivir tres etapas en su vida en menos de 5 meses: antes y después de la pandemia en Puebla y durante la pandemia en Veracruz, por supuesto, la peor etapa es la que vive en el puerto.
La gran diferencia
En Puebla tenía tiempo de tocar en la calle y formar parte de agrupaciones que a eso se dedican. “Yo estuve trabajando al menos tres años en Puebla y nos iba bien, sobre todo en fin de año y las temporadas, podías vivir de esto antes de la pandemia, pero al llegar esto todo se cayó”, cuenta el músico urbano.
Él tenía contratos, presentaciones en festivales conocidos como el “5 de Mayo”, el “Rodante” y otros más, además de bodas, reuniones familiares, eventos urbanos. Pero a partir de la propagación del virus todo se cayó. Lo único que le quedaba era la calle, pero el primer mes no salió por respetar lineamientos.
“El haber venido a Veracruz también tiene que ver con un desarrollo personal, para trabajar en otras cosas porque también me gusta la música de Veracruz, a mi me gusta muchísimo lo que aquí se vivía: el danzon, la sonora; y vengo a hacer un poco de investigación de campo”.
A pesar de ser pocos, se ha dado cuenta que la gente en el puerto es cálida y que cuando él toca melodías de Agustín Lara la gente empatiza con él, sin embargo, son tiempos de “vacas flacas” el centro apenas tiene gente y más en fin de semana por lo que el estuche de su trompeta luce pocas monedas, tan así, que a las 6 de la tarde del sábado tuvo que dejar de tocar para irse a donde vive.
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